Me da coraje -más que tristeza-, escuchar voces que quieren manchar el campeonato del club Atlas en la Liga MX porque supuestamente fueron beneficiados por los árbitros en tres partidos.
Quienes lo dicen, lo hacen sin analizar a fondo que los silbantes simplemente cometieron terribles errores y nada más.
Lo señalo sin temor a equivocarme y posiblemente hiera a muchos sabios o genios del futbol, a esos llamados técnicos y críticos de gradas, los cuales poco señalan que fueron crasos errores -o más bien horrores-, de los árbitros centrales y los que dirigen el VAR.
Pero no considero justo ni ético que le quiten un gramo de credibilidad a este campeonato de los rojinegros, que hicieron una gran campaña en pos de este sueño que finalmente llego después de 70 años.
Yo pregunto: ¿acaso el Atlas tuvo algo que ver en los dos penales que fallaron los jugadores de León en la tanda final?, ¿Acaso el Atlas tuvo la culpa en ese penal que le regalaron a los cuereros en el juego de ida que no debió haberse marcado?
Mis dos lectores seguramente dirán que a mis queridos Rayados los acuchillaron con un penal falso, que a Pumas no le dieron un penal por el codazo que le dieron a Dineno, o muchas otras cosas pero, insisto: ¿acaso Monterrey, León y Pumas hicieron goles de más que les anularon injustamente luego de dar tremendos juegazos? ¡Claro que no!
Atlas es un digno campeón en toda la extensión de la palabra, ya no le sumen calumnias, difamaciones o veneno a sus ideas, porque ahora resulta que el jefe de Arturo Brizio es hermano del presidente del club Atlas y eso huele feo. Caray, si así fuera la vida, mejor busquemos que en nuestra familia nadie busque un trabajo que lo ligue al de nosotros para que nadie piense mal.
Pero así somos la mayoría de los mexicanos, por algo muy simple: hemos vivido los últimos 40 años sumergidos en una dinámica diaria de corrupción en todos lados, no hemos fortalecido una cultura de confianza, de respeto, de credibilidades en nada ni en nadie, todo huele mal, todo es cochupo, todo es beneficio comprado, todo está podrido y es triste ver así la vida.
Que si antes ayudaban al América, que si Chivas eran los consentidos, que si hay envidia a Tigres y Rayados, que si nos molesta la multipropiedad, que si Brizio salió de Televisa, que si vieron comer a un directivo con un árbitro, que si el dueño del Pachuca manda muchos regalos a varios silbantes, en realidad, esta es una maldita costumbre de envenenar nuestro entorno y a nosotros mismos.
Somos tan peculiares los mexicanos que a nivel mundial me ha tocado estar en ponencias de diversos temas de marketing o incluso motivacionales, y muchos usan chistes relacionados a nosotros los mexicanos y créanlo, esto encabrita.
Que si dos cangrejos mexicanos se topan con problemas y que en lugar de ayudarse van a buscar hacerse daño y uno impidiendo que otro avance.
También hemos vivido experiencias cuando cruzas la frontera con Estados Unidos, no sobra aquel que dice: “aquí es muy común que un mexicano empine a otro mexicano, muy distinto a los irlandeses, a los italianos, a los chinos, a los japoneses, a los judíos, a los indios o muchos más, que saben apoyarse entre ellos mismos”.
En resumen, el peor enemigo de un mexicano es otro mexicano.
¡Que triste frase!, pero ya es parte del estúpido argot de muchos.
Insisto, cambiemos esa cultura, dejemos de buscar culpables, excusas o señalar más los errores que las cosas positivas, en pocas palabras, felicidades a la directiva de los Zorros del Atlas, pero un mayor aplauso para los fieles seguidores rojinegros que soportaron siete décadas para volver a ver campeón a su querido equipo tapatío.
¡Bien merecido Zorros!