El futbol femenil representa una fuente de esa autenticidad que tanto le hace falta a nuestra sociedad. Ahí está quizá el secreto de su magia.
Adentrarse el lunes pasado en la final femenil entre Rayadas y Tigres, en el estadio Universitario, fue algo así como regresar a un mundo que cada vez existe menos, no sólo en el deporte, sino en la vida en general.
Cada día, en mucho por la presión de las redes sociales, las personas nos levantamos de la cama no con la convicción de ser mejores personas, sino de perfeccionar nuestro arte de aparentar.
Hoy el mundo exige no ser mejores personas. Basta todos los días con saber aparentar ser mejores personas que el día anterior para recibir un número inusitado de likes y de manitas arriba.
En el futbol femenil, las jugadoras están muy lejos de fingir emociones o faltas, si se caen al suelo es porque realmente algo pasó y si derraman alguna lágrima es porque realmente algo les duele o les emociona. La euforia y la felicidad suelen corresponder a expresiones auténticas. No las estoy comparando con el futbol varonil, sino con la sociedad en general.
Si una jugadora se equivocó, no tiene problema en disculparse y mostrar su dolor.
Eso no quita que sean profesionales. Tras la conquista del título, la portera de Rayadas, Alejandría Godínez, agradeció el trabajo de su psicóloga deportiva. El entrenador de porteros del equipo femenil, “Tota” Cuéllar, comentó que se hizo una investigación previa de las tiradoras del rival por si el partido se iba a los penales.
Podríamos linchar en redes a la portera de Rayadas, Alejandría Godínez, por encarar a la afición de Tigres tras detener el segundo penal, o a Nahuel Guzmán por aventar un peluche, o a Stephany Mayor por cometer una agresión que le costó una suspensión que le impidió estar en la vuelta de la final.
Pero antes de eso les agradecería ese aire de autenticidad que nos brindan. El culto a la apariencia suele dañar más que la búsqueda de la autenticidad, aunque no parezca.
¡Gracias futbol femenil!… Ojalá que te mantengas siempre así.
Ha sido reportero de Cancha-El Norte, escrito dos libros (Clásico Regio, 40 Años de Pasión; y Cien Años del Voleibol en México), ha trabajado para ESPN Radio y Televisa Monterrey, y ahora colabora en el programa Futbol de América, que se genera en Colombia.