Reynosa, Tam.-
Últimos días de 2021. Una vorágine de viajeros arriba a la Central de Autobuses de Reynosa. La gran mayoría residentes de está ciudad en la frontera de Tamaulipas, pero originarios de otras localidades.
Buscan un boleto para asegurar un lugar en el autobús que los lleve al encuentro con sus seres queridos.
Por primera vez en los últimos 21 meses el uso del transporte de pasajeros se ha incrementado un 40 por ciento, luego de las restricciones sanitarias por los meses complicados de la pandemia del Covid-19.
En vísperas de la Nochebuena la gente se apresura cargando los obsequios que anhelan entregar a su familia.
Sin embargo, en esta fecha no todos recibirán regalos. Por las calles de la ciudad están los olvidados, los pobres y los menesterosos.
Un muladar de trapos envuelve a una mujer afuera de la Central camionera. Con facultades mentales visiblemente afectadas duerme encorvada por el frío, muy lejos de su juventud y muy probablemente de una vida productiva.
En la comunidad existe una Casa del Indigente, pero algunos voluntariamente vuelven a la vía pública, empujados por la inercia de la vida y la inconsciencia de lo que padecen allá afuera.
Al mismo tiempo que las personas se reúnen en familia y atiborran las tiendas y centros comerciales, contrastantemente otros intentan aplacar las penas y su terrible soledad con tragos de alcohol.
Pasarán una Navidad diferente, sin el calor de un hogar, sin sonrisas, sin abrazos y sin alegría, sin olvidar aquellos que también por la pandemia del virus, perdieron a seres amados.
Y así la ciudad es testigo de estás escenas de seres humanos en circunstancias diferentes.