Cd. de México.-
La Secretaría del Medio Ambiente (Sedema) de la Ciudad de México informó este lunes el fallecimiento de Inés, la hembra de hipopótamo longeva del Zoológico de San Juan de Aragón.
En un comunicado de prensa, Sedema explicó que el domingo pasado se observó que Inés tenía problemas para desplazarse en su albergue, por lo que fue alimentada directamente en la boca y se le administró un tratamiento; sin embargo, a pesar de los esfuerzos del personal médico veterinario Inés falleció este lunes en la madrugada.
“Al igual que los humanos, los animales envejecen y la vejez es un proceso natural que conlleva una serie de cambios físicos y metabólicos en la vida de los seres vivos”, indicó.
Añadió que con el avance en los estudios de la medicina veterinaria, cada día se mejoran los cuidados y se prolonga la vida en los animales silvestres bajo cuidado humano en los zoológicos, lo que implica que algunas patologías y enfermedades aparecen más frecuentemente en los ejemplares de edad avanzada, como es el caso de Inés.
Los hipopótamos en vida silvestre llegan a vivir hasta 30 años, pero con los cuidados esmerados que se tienen en los zoológicos Inés vivió más de 50 años, 20 años más de la esperanza de vida en esta especie. Inés nos dio muchas alegrías y enseñó a los visitantes del zoológico de San Juan de Aragón sobre la fauna silvestre que habita en otras partes del mundo y con quienes compartimos nuestro entorno.
Inés era un ejemplar geriátrico y presentaba algunos padecimientos relacionados a su avanzada edad; fue diagnosticada con problemas en articulaciones y en piel, por lo que recibía tratamiento y sus cuidadores y médicos veterinarios le proporcionaban cuidados especiales permanentes, además de una alimentación específica que consistía en una mezcla de alfalfa achicalada picada para que se le facilitara su ingestión, avena en hojuela, concentrado (pellets) para herbívoros silvestres, salvado de trigo, grenetina y melaza (para darle un sabor dulce).
Como parte del tratamiento que se le proporcionaba para atender los padecimientos que presentaba, Inés recibía una terapia local en las zonas de la piel donde presentaba lesiones, recibía medicamentos condroprotectores (los mismos que se usan en humanos para padecimientos en articulaciones), así como terapia analgésica para evitar molestias en sus articulaciones.
En su albergue se realizaban rutinas como el lavado y cambio del agua de su charca dos veces por semana, además de otras acciones para cuidar y garantizar su salud y bienestar, como el mejoramiento de su albergue con la modificación del piso, para adecuarle una zona con tierra y pasto, así como una malla arriba de su charca para incrementar la sombra que le proporcionaba una palapa que formó parte de su albergue durante muchos años.