Una inmensa mayoría de “drogos” del futbol soccer francamente afirman que no pueden vivir sin él. Dicen tener necesidad cuando menos de gozarlo por TV o repeticiones en video. Siempre y cuando esté de por medio la emoción de una competencia en México, Europa o Estados Unidos. El futbol es el futbol y le pone un plus a sus vidas, desafortunadamente más que la familia, en algunos casos, y más que el trabajo, en otros. Cada quien sus jerarquías y sus proyectos existenciales. Por eso los medios le damos tanta relevancia a este deporte de masas y volvemos noticia hasta los rumores, con riesgo de faltar a la ética. El apetito, inclusive, vuelve alimento la comida chatarra. O convierte en lo más importante aquello que figura entre las cosas menos importantes, según frase atribuida el argentino Jorge Valdano o al italiano Arrigo Sachi. Es lo de menos de quién sea, su filosofía da en el centro de la diana.
Así es que vuelve la alegría a los rostros de quienes aceptan que el futbol es su “droga”. Es su motor en el campo del entretenimiento y la distracción. Es su vitamina anímica, y ya están que arden con el silabatazo de los árbitros en los juegos que inaugurarán nuestro nuevo torneo. Lástima que a muchos de esos fanáticos se les limitará el acceso a los estadios, porque el maldito COVID y sus variantes contagiosas siguen siendo un peligro y las autoridades sanitarias hacen lo que deben hacer al limitar el aforo en los eventos multitudinarios. Además, está la incertidumbre en cuántos equipos de la Liga MX resultarán afectados por estos problemas de salud y no podrán contar con algunos de sus jugadores o de plano deberán posponer una o más jornadas.
Como sea, el ambiente está calientito en pleno invierno, como el clima contrastante de nuestra bella región norestense. El balón y su atractivo mantienen en vilo a nuestra gente sedienta de goles y jugadas espectaculares. Y todo lo que antecede a la primera jornada tiene su impacto en este medio colmado de emociones de todos colores y sabores. Por eso las redes sociales rebasan en noticias a los medios tradicionales y hay seguidores de los equipos que están más enterados que los reporteros de talacha diaria. Que ya está Rodolfo Pizarro de regreso con el Monterrey y desde el domingo anterior es captado con una sonrisa de oreja a oreja. Que Luis Romo “bien vale una misa”, no importa que los Rayados hayan privado a su público del hechizo en la cancha del canterano Charly Rodríguez. Que si a Cruz Azul le urgía más esta negociación para no ver afectadas sus finanzas al final del semestre, y ahora la puede hacer pasar como parte de la reestructuración de “La Máquina”, que soltó el billete para contratar también a Uriel Antuna, Christian Tabó y Erick Lira.
Que Tigres también salió ganando con los servicios de Jesús Angulo y Sebastián Córdoba además de la retención del “Titán” Carlos Salcedo a quien no se pudo traspasar a otros equipos ni se dio el intercambio por Luis Romo a los cruzazulinos que tendrán a su embajador en el futbol español en la persona de Orbelín Pineda, al ser parte ya del Celta de Vigo. Otro “europeo” que seguramente figurará en la selección mexicana a cargo de Tata Martino. También no puede dejar de hablarse del América y sus fichajes de Alejandro Zendejas, del Necaxa, y del uruguayo Brian Ocampo, si se logra colocar a Leo Suárez en el Santos-Laguna. Total, no hay arista de la información futbolera que no halle interés en muchos sectores del país.
Pero a mí lo que me impulsa más en mis expectativas es constatar la seriedad de contar con un nuevo estadio de Tigres, de alto nivel arquitectónico y de utilidad múltiple, como lo ha prometido el nuevo gobernador de Nuevo León, Samuel García. Me entusiasma el entusiasmo del político, pero así me entusiasmó en 1994 cuando el entonces primer mandatario del Estado, Sócrates Rizo dio a conocer esta noticia que se desinfló con el paso de los meses. Ni con proyectos y presupuestos se dio el primer paso. Fue pura soflamería. Y años después ha seguido pasando lo mismo.
De ahí que sí vale ponderar la realización de un escenario de primera en Mérida, Yucatán, como esplendorosa realidad y no puro bla bla bla. Inclusive ya se tiene todo preparado para su inauguración en el 2024. Sin pretextos de pandemia o crisis económica. Y eso que los Venados de Mérida no militan en la alta categoría del futbol mexicano. Su hechura va por buen camino, con la idea de apegarlo a la sustentabilidad y estética que exige la actualidad. Basta con revisar los planes de la empresa “Juego de Pelota” para darnos cuenta que el inmueble, de gradas movibles, se usará para futbol soccer que podrán presenciar 27 mil aficionados y para beisbol (25 mil asistentes), además de otros eventos a los que podrán acceder 32 mil.
Por supuesto será una joya de arte. Claro que sí. Cómo podría desperdiciarse la herencia de la portentosa cultura maya que nos dejó la figura de un aro de aquel espacio milenario donde nuestros antiguos mexicanos se ejercitaban jugando a la pelota. Pero si de atractivo turístico se trata, pues nadie querrá perderse de asistir a él desde todos los rincones de México y el extranjero nada más para ir a recorrer su museo y probar la original cochinita pibil en su estadio-hotel y otros restaurantes que se edificarán en su interior, en el que destaca el proyecto de espacios arbolados y oficinas de primera.
No. No es mera verborrea de los inversionistas y visionarios que han entendido que la “droga” del futbol soccer da para más que ver rodar un balón en las canchas y entender el sentido de una competencia entre sus protagonistas. No. No es puro pico de su máximo directivo que ya desea que las obras avancen y se llegue el 2024 para lucir este recinto monumental al que la FIFA le asignó sus especificaciones, pero que también tomó nota de los requisitos de la liga estadounidense de beisbol porque en el sureste aquel que fue el “rey de los deportes” no ha perdido su chispa y encanto al grado de saber convivir con aficionados de otras disciplinas.
Ojalá el jovenazo Samuel García viva más de cerca esta noticia para imitar el ejemplo edificante de lo que es un sueño muy suyo con el que piensa gratificar a tantos fanáticos de Nuevo León y sus alrededores que ya merecen. Ya es justo una obra de éstas, que cuando menos empate y mejor si supera al BBVA de los Rayados de Monterrey, Porque sin competencia no se puede avanzar en todos los órdenes de la vida. He dicho. Punto.