Es una fotografía que remueve recuerdos. Está el magnífico portero Ignacio “El cuate” Calderón (UdeG) y Pepe Sánchez (Monterrey). El uniforme de Rayados trae en el escudo un joven pisando un balón y la M, simbolizando el Cerro de la Silla.
Resulta que ese apodo se lo puso don Roberto Hernandez Jr. Y fue tanta su influencia que hasta el escudo le cambiaron. Siempre fue con el afán de encontrar una identidad para Monterrey.
Porque rayados existen varios, y por decir algunos: Chivas, Necaxa, Atlético San Luis, Queretaro, etcétera.
Y ni qué decir de la mascota del Monterrey. Existen varias versiones, algunas de ellas, ciertamente horrorosas.
Recuerdo que don Robert, que le fascinaba poner apodos, les quiso llamar los cara sucias. Incluso le trajeron de competencia al “Perro” Bermúdez para llevarle la contra en todo.
Está el ejemplo del “Charrito” Arellano. Ese apodo fue porque “El charro” Barragán lo descubrió, y “El perro” le cambió el apodo a “Cabrito”. ¡Qué barbaridad!
Don “Milo” Cruz un día hizo un comentario sobre don Robert: “Se cree el llena estadios”; lo cierto es que el micrófono le daba mucho poder. Y aquí la pregunta cabe: ¿era para bien o para mal?
En mi punto de vista muy particular, don Robert aprovechó en muchos aspectos ese poder del micrófono, al grado que se llevó al baile a Antonio Carlos Santos con un billete para comprar unas imprentas y hacer su revista Futbol al día.
Algunas veces la hizo de “promotor” futbolístico, viajando a Sudamérica a contratar refuerzos; otras tantas supuestamente se le vio cobrando en rectoría de la UANL, en fin, ¿le hizo bien o le hizo mal a futbol regio?
La respuesta va a variar dependiendo a qué equipo le vaya usted, pero la balanza al final se inclinará hacia el bien, porque tuvimos a un ser que nos enseñó la pasión por este hermoso deporte, y sobre todo a la polémica.
Los primeros gritos a coro del estadio fueron gracias a don Robert. El primero que nos hizo cantar al unísono en un estadio fue el que la gente todo el día estuviéramos con un oído en la RG. Es el único que ha podido cambiarle el escudo a un equipo de futbol mexicano (Monterrey).
A mis cuatro lectores les afirmo, sí, al final la balanza se inclina a que don Robert le hizo bien al futbol regio, porque los Clásicos con la narración de él eran sensacionales.
El nos enseñó a meterle pasión a este deporte. Las nuevas generaciones son pasionales no por don Robert, lo son porque la pasión ya fue puesta en marcha desde hace algunas décadas.
Que en paz descanse don Roberto Hernandez Jr. Le mando un fuerte abrazo hasta el cielo, donde de seguro se está peleando con Ángel Fernández el micrófono de quién va a narrar el segundo tiempo.
Reciban un cordial saludo desde las hermosas y cálidas aguas del caribe mexicano.