Ciudad de México.-
David Bennett es el primer paciente en recibir un corazón de cerdo trasplantado, luego que el viernes pasado se llevara con éxito la intervención, mejor conocida como “xenotrasplante”. El hombre de 57 años padecía una enfermedad cardíaca mortal que le arrebató toda esperanza de vida, hasta que los expertos propusieran una alternativa.
Los investigadores han optado por esta medida, debido a la escasez que supone la donación de órganos, que si bien, ha aumentado con los años aún es escasa. Docenas de personas mueren al día en la espera de un órgano, pero ¿injertar tejidos animales en el cuerpo humano podría producir efectos colaterales a futuro?
Este procedimiento genera expectativa para la medicina moderna y para los pacientes que requieren de la donación de un órgano. En 2021, aproximadamente, 41 mil 354 habitantes de Estados Unidos recibieron un trasplante, 3 mil 817 de ellos se trató de un trasplante de corazón, mientras que la mitad de todos los casos demandaron el trasplante de riñón, el órgano más demandado en el área. Pese a que la recepción de este servicio fue eficaz, como en ningún otro año anterior, los esfuerzos aún no alcanzan a cubrir la necesidad de todas y todos los enfermos que requieren el injerto de un órgano para sobrevivir.
Por ello, los trasplantistas conciben los xenotrasplantes como el siguiente paso para satisfacer la escasez de donantes de órganos. Sin embargo, la lucha por obtener la autorización de emergencia de esta clase de intervención quirúrgica por la FDA conllevó un largo camino por recorrer, pues el trasplante de corazón a Bennett no fue el primero de los intentos. Estos se remontan a más de cientos de años, cuando la medicina tradicional recurrió a utilizar la sangre y piel de distintas especies animales para aliviar las dolencias de nuestros antepasados. Pero no fue sino hasta la década de 1960 cuando se realizaron los primeros trasplantes de riñón de chimpancé en distintos pacientes. Pese a que las intervenciones fueron exitosas, la esperanza de vida de los trasplantados se limitó a nueve meses. Algunas de estas intervenciones desencadenaron, además, respuestas inmunológicas desfavorecedoras.
En 1983 llamó la atención del caso “Baby Fae”, ya que los cirujanos trasplantaron un corazón de babuino a un bebé. Sin embargo, el recién nacido perdió la vida tan sólo 20 días después de la cirugía. Con el paso del tiempo, los expertos se percataron que los órganos de los cerdos se ajustan mucho más a la somatología de los humanos, en comparación de los chimpancés, ya que son más fáciles que criar y su corazón alcanza el tamaño adulto con mucha más rapidez que la de los primates. Esto se ha confirmado a través de múltiples injertos, realizados en humanos, de válvulas de corazón de cerdo y células de páncreas porcino, estas últimas trasplantadas en pacientes con diabetes. La piel porcina, además, se ha utilizado como injerto temporal en personas con quemaduras.
Jay Fishman, director del centro de trasplantes del Hospital General de Massachusetts, dijo que el uso de órganos de cerdo brinda la capacidad de realizar manipulaciones genéticas, el tiempo para llevar a cabo una mejor detección de enfermedades infecciosas y la posibilidad de un nuevo órgano en el tiempo que el paciente lo necesite.
Sin embargo, la intervención de Bennett se diferenció de todas las otras, ya que estuvo basada en dos tecnologías: la clonación y modificación de genes. De acuerdo con el doctor Bartley Griffith, quien dirigió la cirugía de ocho horas, trasplantar un órgano es en sí un peligro, pues el rechazo de los órganos ocurre incluso cuando se trasplanta un riñón de un donante humano compatible. Aunque no para el caso de Bennett que no era apto para recibir un corazón humano, debido al problema cardíaco que padece. Sin embargo, no recibió el corazón de un cerdo tal y como es en su naturaleza primigenia, este pasó antes por un proceso de cambios.
“Dije, ‘No podemos darte un corazón humano; no calificas. Pero tal vez podamos usar uno de un animal, un cerdo'”, recordó el doctor. “Nunca se ha hecho antes, pero creemos que podemos hacerlo”. “No estaba seguro de que me entendiera”, agregó Griffith. “Entonces él dijo: ‘Bueno, ¿quiero oink?'”.
La edición del corazón de cerdo consistió en 10 modificaciones genéticas -realizadas en la compañía de medicina regenerativa Revivicor-, se desactivaron, además, cuatro genes, uno de ellos codifica una molécula que provoca una respuesta de rechazo humana agresiva: otro fue suspendido por ser el gen de crecimiento, con el objeto de evitar que el corazón del cerdo creciera después de implantarlo. Además, se insertaron seis genes humanos en el genoma del cerdo donante, en búsqueda que los órganos porcinos alcanzaran un grado de tolerancia eficaz para el sistema inmunitario humano.
El pronóstico de Bennett aún es incierto, pues si bien las primeras 48 horas -ya cumplidas- son cruciales, es la primera vez que se lleva a cabo esta intervención. Por consiguiente, el paciente continúa conectado a una máquina de circulación extracorpórea, que lo mantenía con vida antes de la operación, “pero eso no es inusual para un nuevo receptor de trasplante de corazón”, dijeron los expertos. El asistente artificial será retirado hoy. Finalmente, el doctor Griffith indicó que los riesgos de esta cirugía son bien conocidos por el trasplantado, que optó por esta alternativa experimental porque habría muerto de otra manera: “había agotado otros tratamientos y estaba demasiado enfermo para calificar para un corazón de donante humano, dijeron familiares y médicos”.