Pocos jugadores han transformado los obstáculos en oportunidades, como Oribe Peralta.
Durante su época le decía en los Rayados, le decían ‘El Facha’, por su forma vestir. En su época de jugador con Rayados no pocos pensaron que se quedaría en el camino como tantos prospectos con gran calidad, pero a los que les falta el carácter para hacer valer toda su valía.
Su aire un poco tímido y de bajo perfil lo hacía blanco de bromas, pero sin quejarse ni culpar a los demás, ni a las circunstancias, supo abrirse camino.
Al paso de los años aquel jugador de perfil bajo se transformó en un líder dentro y fuera del terreno de juego, que supo empujar a sus equipos hacia el éxito.
La semana pasada anunció su retiro como jugador activo, pero Oribe dejó como legado algo mucho más grande, algo que va más allá de los goles que dieron títulos, de los tantos que lo sitúan como un goleador histórico y de los minutos jugados.
Quedan en la memoria, los dos goles que le anotó a Brasil en la Final de los Juegos Olímpicos de Londres 2012, para guiar a México a la conquista de la Medalla de Oro, el máximo logró en la historia futbolística de nuestro País.
También la obra de arte que le hizo a Dorados de Sinaloa, cuando jugaba para los Rayados y que le valió ser comparado con Ronaldo.
En el Mundial de Brasil 2014, anotó el primer gol en la victoria de México ante Camerún. Se convirtió en un jugador histórico del Santos, el equipo de su tierra natal, con el que levantó dos títulos de Liga.
Y después pasó al América donde también se erigió como una pieza importantísima para una gran época de las Águilas, durante la que logró dos campeonatos de Liga más.
Con sus 206 goles a nivel clubes, inscribió su nombre entre los goleadores más importantes en la historia del futbol mexicano.
Pero hay algo mucho más grande que los números, y eso tiene mucho qué ver con los obstáculos que derribó a lo largo del camino y que deja un reguero de inspiración para los que vienen atrás.
Antes de conquistar el futbol mexicano, Oribe Peralta supo conquistarse a sí mismo. Mostró que la única forma de cambiar al mundo es cambiando primero uno mismo.