Nunca la frase “Uno propone y Dios dispone” había tenido tanto sentido, pero para los que se declaran ateos o prefieren mantenerse lejos del tema pueden optar por “Del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Ambas van a lo mismo: que uno puede hacer todos los planes que quiera, pero al final, pueden llevarse a cabo, o no.
Desde que la pandemia por Covid-19 llegó a México esta frase ha sido la protagonista, pues el planear algo ya no garantiza su ejecución, o al menos, no en su totalidad.
Vacaciones, reuniones, regreso a clases presenciales, metas, compras, proyectos, y muchos otros rubros, han tenido que modificarse gracias al coronavirus.
Hemos aprendido que lo importante es el aquí y ahora, y aunque, obviamente nuestro día a día debe llevar cierta planeación, hay que estar conscientes de que puede cambiar en cualquier momento.
Es imposible que alguien no haya logrado algún aprendizaje en estos casi dos años, y no me refiero al que está relacionado a lo académico, sino al que tiene que ver con las experiencias, con la vida.
Quien no lo haya conseguido, no se preocupe, seguramente llegará, en el momento exacto, cuando deba ser, pero no podemos permitirnos ser los mismos de hace casi dos años.
Inevitablemente, lo que nos ha tocado vivir, como individuos y como sociedad, no debe, ni puede pasar desapercibido para nuestro ser.