Si en México es difícil desarrollar deportes de los Juegos Olímpicos de verano, imaginemos lo duro que deberá ser formar deportistas para los Olímpicos de invierno.
Por eso un reconocimiento caluroso al pequeño puñado de mexicanos que vieron acción en Pekín 2022. Realmente la participación mexicana en esta modalidad de los Olímpicos ha sido escasa: una media 2.5 deportistas en ocho ediciones, con excepción de los Juegos de 1988, cuando compitieron 11 atletas, y los de 1992, con ¡20!
Y son 38 los mexicanos que han competido en la historia de estos Juegos. México fue aceptado en el Comité Olímpico Internacional en 1920 y participó por vez primera en los Juegos de verano en París 1924.
Quizá la efervescencia olímpica que entonces vivía el país lo llevó a seguir con presencia en las máximas justas del deporte mundial y participó en los de invierno de 1928 en Saint Moritz.
Es de notarse que después de esta justa México no volvió a tener representación invernal, sino hasta Sarajevo 1984.
Ante la dificultad de desarrollar estos deportes en el país las selecciones nacionales recurrían a deportistas que por alguna razón vivían en países con cultura muy propia para los juegos de invierno.
Muchos de esos deportistas podían costear ellos mismos sus deportes y el apoyo gubernamental era mínimo y más enfocado a lo administrativo, labor que realiza el Comité Olímpico Mexicano.
Se dio el caso de un príncipe, con alguna raíz o relación con México, que participó en varias ediciones de los Juegos de Invierno.
En esta pasada edición México vio acción con cuatro atletas en las disciplinas de patinaje artístico, con uno; esquí alpino, con dos, y carrera a campo traviesa, con uno.
Como bien se difundió en su momento, el patinador Donovan Carrillo fue el más sobresaliente al lograr el pase a la final de 24 patinadores, colocándose en la honrosa vigésima posición: excelente para las condiciones de su deporte en el país.
Los países del norte del hemisferio se favorecen de las condiciones naturales que les permiten tener nieve y hielo por largos periodos de tiempo.
Tan es así que en varias de esas naciones la educación física escolar tiene qué ver con la vida diaria y la supervivencia en temperaturas gélidas.
Son lugares donde la actividad cotidiana no se suspende cuando en el ambiente hay 20 o 30 grados bajo cero.
De ahí su cultura, sus tradiciones, su gusto por los deportes de invierno. Desde luego que en México no existe ni existirá la infraestructura para estos deportes, sería hasta más fácil enviar verdaderos talentos a desarrollarse por largos periodos de tiempo en naciones en condición de nieve.
Eso tendría que verse como inversión y bien valdría el esfuerzo, porque talento y biotipos para todos los deportes sí los tenemos en México, es cuestión de recursos, que los hay, y pulirlos con maestría para que alcancen grandes latitudes.
De otra forma seguiremos anhelando mejores resultados sin hacer en verdad por ellos.