Un 24 de octubre de 1998 en un duelo entre Rayados y América nació, con un grupo de 10 jóvenes: La Adicción Rayada en el estadio Tecnológico; una semana después surgió la barra Libres y Lokos en el estadio Universitario.
Desde entonces, estos grupos de animación llenos de jóvenes rebeldes y con ganas de expresarse han sido partícipes, nos guste o no, del fútbol regiomontano.
Desde su nacimiento, pero en especial desde que empezaron a crecer, se empezó a hablar en los medios de lo vistoso que resultaba su apoyo pero también de los peligros que representaba tener barras de estilo sudamericano en territorio mexicano.
Muchos pasaron por alto las advertencias, en especial los más jóvenes a quienes se les hacía exagerado pensar que las situaciones violentas del fútbol, sobre todo de Argentina, podrían ocurrir en México a raíz de las barras.
A 23 años de distancia, las barras crecieron y son parte ya de la cultura del fútbol, aunque eso le haya quitado parte de la identidad al aficionado regiomontano.
En ese tiempo, es verdad, ha existido colorido en la tribuna durante la llegada de los equipos al estadio cuando se realiza un partido importante, pero también no hay que olvidar, han ocurrido actos deplorables que son parte de la escoria que traen las barras estilo argentino.
Los hechos ocurridos en la Avenida Aztlán en el 2018, durante una riña campal entre aficionados de Tigres y Rayados que dejó a un joven mal herido y el intento de atropello de otros más, fue un aviso importante de lo que puede pasar si no se atiende este tema.
Pero no ha sido el único, tiempo atrás un policía de Monterrey perdió un ojo tras recibir una pedrada al custodiar la llegada de la barra Libres y Lokos al estadio Tecnológico. También la fotógrafa Velia de la Cruz fue herida con una piedra previo a un Clásico Regiomontano en el estadio BBVA, y recientemente el reportero Alejandro Aguirre fue agredido por un integrante la barra de Tigres, resultando con una herida en la ceja.
Estas situaciones y las recientes protestas pasadas de tono por parte de un pequeño grupo de aficionados de los Rayados, han prendido los focos de alarma no solo de la directiva del Monterrey, sino de las autoridades en general.
Es tiempo que el tema de las barras se atienda con seriedad no solo por parte de los equipos, sino de las autoridades, que se hable con los dirigentes de las mismas y se pongan límites a sus quejas o, de lo contrario, se les niegue la entrada a los estadios.
Estamos a tiempo de evitar una tragedia, de lamentar algo mayor, de llegar a la penosa situación que vive el fútbol argentino, donde a la porra visitante no se le permite la entrada y aquellos que insistan en ir no se les garantice su seguridad, como ocurrió con integrantes de la barra Libres y Lokos que fueron a Buenos Aires a la Final de la Copa Libertadores 2015.