El deporte nacional de Japón es el sumo, una disciplina antigua y con mucha tradición en la cultura japonesa. Para convertirse en “rikishi” (luchador de sumo), una persona debe cumplir ciertas características de edad, peso y estatura y se les hacen exámenes para ver su estado de salud.
Después hay un curso donde ven diferentes asignaturas como la historia del sumo, de Japón y caligrafía (en Japón tener buena caligrafía es sinónimo de buena educación). Terminando este curso son asignados a un “Heya” (Gimnasio enfocado en sumo) donde vivirán la mayoría de sus años como luchadores activos.
Un rikishi es formado para ser un buen ciudadano. Son modelos a seguir, deben pelear con dignidad, honor y siempre guardar un respeto hacia sus oponentes. No pueden festejar en triunfos ni mostrar enojo en la derrota. Es tan importante el perfil del rikishi que hay dos casos en que un “Yokozuna” (máximo título en el sumo) ha sido expulsado de la asociación por verse envuelto en trifulcas fuera del ring. Un Yokozuna que deja de serlo no puede volver a pelear, nunca.
El sumo no ha estado exento de escándalos. En 2010, rikishis y entrenadores se vieron envueltos en apuestas ilegales sobre partidos de beisbol. La asociación de sumo detectó culpables, hubo sancionados y expulsados de la asociación.
Después de salir a la luz el escándalo, hubo una rueda de prensa con varios rikishis de alto rango, entre ellos el Yokozuna que se disculpó ante todos los aficionados por el escándalo ocurrido, a pesar de que ellos no habían sido los protagonistas.
El torneo siguiente a la rueda de prensa el Yokozuna lo ganó de forma invicta, todos en la arena coreaban su nombre. Un año después otro escándalo llegó, esta vez sobre arreglo de peleas. De nuevo el Yokozuna -que no había tenido nada que ver con el escándalo- habló ante la prensa, se disculpó por lo acontecido y se comprometió a dar lo mejor de sí en cada pelea para defender el honor del deporte.
El nombre del Yokozuna era Hakuho, que a la postre llegó a ser el mejor de todos los tiempos rompiendo récords a diestra y siniestra.
¿Qué podemos aprender del sumo? ¿Qué podemos aprender de estos escándalos?
Ciertamente nuestra cultura mexicana es distinta a la japonesa en muchos aspectos, pero hay una cosa que entienden en el sumo referente a los deportes que en México o más puntualmente, en la Liga Mexicana de Fútbol podemos aprender y tomar como ejemplo.
El Yokozuna no puso los castigos a los infractores, no expulsó a nadie de la asociación, no se vio involucrado en ninguno de los dos escándalos, sin embargo dio la cara ante la prensa a nombre de todos lo rikishis y se comprometió a dar lo mejor.
Los rikishis son la parte vital del sumo, sin ellos no hay deporte. Y esta frase puede ser empleada en todos los deportes. Sin los deportistas no hay deporte, no hay equipos, no hay aficionados, no hay estadios, no hay patrocinadores, no hay nada. Si el día de mañana un deporte se queda sin sus deportistas, ese deporte se extingue. Los deportistas son la parte esencial de cada deporte y el negocio que hay detrás. Los deportistas son incluso los que motivan a la siguiente generación a seguir con el legado.
¿Qué pasa cuando no se da la cara?
Tomemos el ejemplo del Club de Fútbol Monterrey, sus aficionados han estado en las noticias por la forma en que han reclamado los malos resultados del equipo.
Formas que son reprobables. Pero hay una parte de la afición que exige que el jugador dé la cara. La forma en que lo han exigido, de nuevo, no es la correcta pero el jugador debería hacerlo. En contraste, tenemos la sensación de que los jugadores de Monterrey se están escondiendo. Este pequeño detalle habla mucho de los jugadores y sí lo extendemos, habla mucho de nosotros mismos si tampoco damos la cara en momentos importantes, sobre todo en los malos momentos. Hay quienes dicen “Los jugadores hablan en la cancha” pues sí, pero de nuevo, es un detalle extra que la gente agradece, esa misma gente que te ovacionará al meter un gol, la misma gente que compra la playera con tu nombre impreso en ella, esa misma gente te lo agradecerá.
A diferencia del sumo, los jugadores de fútbol no se forman con la intención de ser ciudadanos modelo, pero de todos lados podemos aprender algo. Una crisis en un equipo de fútbol no cambia simplemente con que salgan a dar la cara y pidan disculpas, como tampoco Hakuho llegó a ser el mejor de todos los tiempos por disculparse por sus compañeros, pero se trata de que los actores principales del deporte den la cara y luego hagan lo que les corresponde en la cancha.
Normalicemos dar la cara. Normalicemos no escondernos. Normalicemos comprometernos a hacer bien las cosas y luego demostrarlo en la “cancha”.
Un pequeño detalle que la gente agradecerá y reconocerá.