La historia de la bancada Morena en el congreso local tamaulipeco se está convirtiendo en la historia política del Estado puesta contra las cuerdas de su inconsecuencia. Es ya el relato de la oportunidad perdida por un grupo de diputados para revisar su límbica situación. Se han convertido en una bancada que canta su animadversión a la disciplina partidista en cada episodio de sus diferencias internas.
Políticos que no han sido educados ni han aprendido a sobreponerse a sí mismos y a su circunstancia. Pareciera que todo debe ser fácil para poder ser leales. Así no se puede tomar en serio una vocación legislativa tan de corto alcance.
Creo que a lo largo de la historia en lo referente a traiciones y deslealtades se han vertido ríos de tinta en los que se dibujan las más variadas opiniones, pero hoy, en Tamaulipas estamos viviendo un extraño caso de estar a la expectativa para saber qué miembro de la bancada de Morena en el congreso local y cuándo se cambiará de bando. ¿Así de fácil? ¿Congreso de lupanar?
Hoy me veo obligado a rescatar la expresión de Stefan Zweig, según la cual las novelas tolstoianas son curas de desilusión, ahora resulta que la mejor manera de no sufrir las decepciones políticas del congreso es ponernos a leer a Tolstoi.
Entre los congresistas de Morena se está haciendo costumbre la tentación de metamorfosis en un nuevo producto político, de una realidad tan real en el congreso como irreal en el partido que los postuló, que les otorgó una personalidad propia y bien singular como protagonistas de una etapa que comienza sin que se haya liquidado la anterior.
Hoy muchos ciudadanos suponen que la mejor estrategia panista se ha puesto al servicio de una utopía demasiado necesaria para ellos en su intento por ratificarse en el poder estatal. Conmocionando enseguida a buena parte de una sociedad no acostumbrada a digerir peripecias con triple salto de un partido a otro, sin red para hacerlo más emocionante; y el telón de fondo del relato es la próxima elección para gobernador.
La diatriba de la última diputada que salió de la bancada morenista no ahorró un solo matiz de su preciso verbo para retratar los contextos de la relación entre ella y el diputado Zertuche, al grado de parecer que a cada diputado de la 4T en el congreso local se le dio un opúsculo para renunciar a Morena con el paso del tiempo.
La descarnada acción de deslealtad en esos diputados, nómadas de partido, que olvidan sus principios, como en su momento lo hizo Judas, por algunas monedas, para ponerle pausa a su dignidad trasquilada por el fascinante ruido de los beneficios del poder y que deja al descubierto todo el absurdo de principios sobre el que descansan los candidatos elegidos por Morena para ocupar sus curules.
¿De qué está hecha su estructura existencial, qué los seduce para renunciar a sus principios e ideales? ¿Se sentirán desfondados ante el poder que transpiran los panistas? Ahora pareciera que el retrato de muchos congresistas de Morena en Tamaulipas conlleva su dosis de deslealtad a su propio partido.
Se están convirtiendo en la crónica sin concesiones de un abandono de partido y sobre esa clase que al hablar se limita a satisfacer una necesidad fisiológica de mover los músculos de la lengua y la garganta en campaña para después olvidarlo todo.
¿Acaso no hay dentro Morena en Tamaulipas formadores de conciencia para tener la seguridad de la lealtad a pesar de los embates? Que la delicadeza no impere en medio del vendaval político. ¿Cómo le hacían los panistas cuando eran oposición y estaban en la desventaja sin ser gobierno que hoy tiene Morena?
En esta ocasión solo estoy contando lo que me sucede desde el mismo punto de vista de muchos ciudadanos que votan y en el futuro ya no sabrán por quién votaron. En todo caso estamos frente a una generación de diputados que determinan la complejidad de los límites entre los que aún no se van y los que aún no llegan, factor que en la dinámica del poder tiene una importancia esencial por su proximidad a esos epicentros de la modernidad política, tan claros para unos como la historia misma y tan difusos para otros como los ideales.
Ahora resulta que después de una larga e intensa campaña, pródiga en enunciados y en actos que crean expectativas, nada será seguro para asumir que el candidato que gana por Morena formará parte de su bancada. Tan faltos de disciplina así.
Querido y dilecto lector, hoy más que nunca los ciudadanos tamaulipecos estamos convencidos de que la esencia de la fe es ser parco en palabras y abundante en hechos y se vuelca en una serie de exigencias para que quienes lleguen a diputados sean de una sola pieza y no de una esencia de metamorfosis impredecible, pero ya muy predecible.
Hoy Morena en Tamaulipas debe ser minucioso al escoger a sus congresistas locales y entender que la vida de cada persona es la primera prueba de una existencia superior. Ésa es, además, la base del principio de la excelencia personal.
El tiempo hablará.