En la adolescencia se viven cambios físicos y psicológicos determinantes de manera muy acelerada, por mencionar algunos ejemplos: en el hombre, el aumento de masa muscular, cambio en el timbre de voz, crecimiento de bello facial etc., mientras que en la mujer, el crecimiento de mamas, ensanchamiento de caderas, inicio de la menstruación, redistribución de la masa corporal, etc. y en ambos casos, el aumento de estatura, crecimiento de vello púbico y axilar, mientras que por el lado psicológico y emocional, existen algunas características que marcan esta etapa, por ejemplo: conductas impulsivas y de riesgo, surgimiento de intereses propios, el proceso de individuación o independencia, la elaboración de una escala de valores propia, redefinición de su imagen corporal, la identificación de su imagen con respecto a los otros (sus iguales), emociones contradictorias, tienden a ser temperamentales, tienen necesidad de intimidad en sus espacios personales, búsqueda de la identificación de su género, algunos tienden a la agresividad, a la incomprensión y es el momento del despertar a la sexualidad.
Todos estos cambios son hasta cierto punto normales. Sin embargo en estos últimos 2 años para ser específicos, el tiempo que ha durado la pandemia en México (principios del año 2020 a la fecha), nuestros adolescentes la han cursado de manera muy diferente a lo habitual, ya que han tenido que enfrentar estos cambios en confinamiento, lo que les ha generado estrés, incertidumbre e inseguridad y en muchos casos, depresión a temprana edad, debido a la nula convivencia con su tan necesaria área social, deportiva y educativa, mismas que son de suma importancia para la identificación y consolidación de su personalidad.
Debemos estar atentos a algunos síntomas que pudieran predecir este padecimiento, como por ejemplo: perdida o aumento del apetito de manera considerable, fatiga constante, duerme mucho o casi no duerme, estado de ánimo deprimido o “bajoneado”, dolor de cabeza frecuente, perdida de placer o interés en lo que antes era de su agrado, episodios de llanto sin motivo aparente, dolor o malestar corporal, frustración, sentimiento de ira, desesperanza o sensación de vacío, consumo de drogas y/o alcohol, entre otros. Por lo que es muy importante identificarlos a la brevedad para poder darle una adecuada atención psicológica. El diagnóstico clínico, debe ser realizado por un psico-terapeuta, quien, en unas cuantas sesiones, podrá identificar por medio de una entrevista personalizada, en que etapa de depresión se encuentra el adolescente y el tiempo determinado en el que deberá acudir a sesiones individuales para sobreponerse a este padecimiento.
Es de vital importancia contar con los padres, maestros o tutores en este proceso, ya que es determinante que el adolescente cuente con una red de apoyo emocional, que le permita pasar de manera exitosa esta etapa transitoria de su desarrollo.
Licenciada en psicología clínica, con maestría en Salud Mental Comunitaria; doctorado en Administración Estratégica para pacientes con Depresión y Ansiedad, y actualmente estudiando maestría en Hipnosis Clínica y Terapia Familiar Breve Sistémica.