Durante un tiempo viví en Texas. A lo largo de las carreteras era común ver letreros panorámicos con leyendas como “Don’t mes with Texas” (no te metas -no ensucies- con Texas) y “Texas, love it or leave it” (Texas, ámalo o déjalo). Bajo la premisa de “mucho ayuda el que no estorba”, aquí diríamos: “Si no le gusta, váyase”. Pero ese no es ni el sentido ni el propósito de dicha campaña. No se trata de no decir, de no criticar, de no señalar las fallas de lo que hay que cuidar y corregir; se trata de no hacer cosas que perjudiquen a tu estado, porque por sentido común, uno trataría de no dañar a su querencia.
Siendo Nuevoleonesa y regiomontana de nacimiento y crianza y habiendo vivido aquí casi toda mi existencia (excepto por los tres años que viví en EU), siento un apego, una pertenencia, un arraigo fuerte por Nuevo León y Monterrey. Sin embargo, no puedo evitar ver el acelerado deterioro de la calidad de vida en nuestra ciudad y su área metropolitana, donde se concentra casi el 90 % de la población de todo el estado. Y lo más sorprendentes que, Monterrey ocupa el lugar #2 a nivel nacional en la lista de las ciudades más caras para vivir, solo después de la CdMx. De entre las ciudades de provincia, Monterrey es sin lugar a duda, la más cara.
El costo de vida se determina por varios factores: el precio de los inmuebles, el precio de los alimentos, la capacidad adquisitiva de los sueldos y salarios, el transporte, entretenimiento, salud, servicios y educación. Ahora por supuesto debemos agregar el costo de la seguridad personal. Todo esto es excesivamente caro en Monterrey y al parecer no hay salario que alcance para la mayoría de las personas.
El punto crucial de este argumento es que el costo de la vida se ha desfasado de la calidad de vida en Monterrey y su área metropolitana. Es como si nos estuvieran dando “gato por liebre”, ya que el tremendo deterioro de la calidad de vida de los nuevoleoneses ya no justifica el altísimo costo de vida que hay que pagar para vivir aquí. Con los costos estratosféricos de los bienes inmuebles, el alto costo de la comida, el transporte “malo, caro y peligroso”, la pésima movilidad y la vialidad colapsada, la contaminación del aire, la falta de agua, el deterioro de las escuelas públicas, y deficiente seguridad pública, han ido minando y mermando la calidad de vida en Nuevo león como nunca se había visto.
Aunque las comparaciones son odiosas, todo indica que en otras ciudades como Puebla, Mérida, Querétaro, Saltillo, Guanajuato, etc, la gente vive más y mejor que aquí…con menos estrés, menos enfermedades físicas y mentales, con mejor poder adquisitivo. ¿Cómo rescatar a Monterrey y su área metropolitana del inminente colapso urbano y catástrofe social? Empezando por no perjudicar más, por desarrollar una cultura de civilidad y de bien común…
Pero, necesitamos gobiernos y autoridades que reconozcan el cataclismo que se avecina si no actuamos proactivamente desde ya….con menos rollos y más acciones, más pasos y menos poses, tanto como gobierno como sociedad civil, reconciliando a las zonas urbanas con la naturaleza, cultivando nuevas formas de pensar en relación a nuestros centros urbanos como lo son las zonas que comprenden el área metropolitana de Monterrey….porque se nos está yendo de las manos. “Nuevo León, ámalo o déjalo…pero no lo perjudiques más”