Cuando Fernando Morientes se negó a entrar de cambio en un partido de la Selección de España, el técnico Vicente del Bosque no se molestó ni tomó represalia alguna…
Aquel día que en el arranque de la Liguilla del 2009, falleció Antonio de Nigris, el timonel Víctor Manuel Vucetich pidió al grupo que arropara a su hermano Aldo….
El resultado fue una unión de grupo que convirtió a los Rayados en un equipo indestructible, que coronó en la Liga.
El día que Rafael Carioca se marchó molesto al vestidor, en lugar de sentarse en la banca, al salir de cambio, el técnico Miguel Herrera no lo tomó a pecho.
“Alguno dirá que la obligación del jugador es obedecer a su técnico. Lo sé, pero ahí no se demuestra la autoridad del entrenador, sino desde el conocimiento, la buena fe y la laboriosidad”, escribe Del Bosque, en su libro Ganar y Perder.
Tigres y Rayados llegan a una etapa del torneo, la Liguilla, en donde se pondrá a prueba la sabiduría de sus técnicos, y también la fortaleza mental del grupo de jugadores, y la filosofía ganadora de las instituciones.
Hay una palabras cortas y sencillas, pero que encierran uno de los más grandes secretos y verdades del futbol y de la vida:
Los grandes equipos ganan los grandes partidos.
Y es así, los individuos con almas gigantes se agigantan ante los grandes retos y adversidades. El Real Madrid, por ejemplo, lo ha demostrado más de una vez.
A estas alturas, Tigres y Rayados han mostrado de manera muy clara sus fortalezas y debilidades, que está por demás explicarlas.
Pero será la sabiduría de sus técnicos ante los imprevistos que puedan surgir, la fortaleza mental y emocional de sus jugadores…
Y lo que haya crecido la filosofía ganadora de instituciones en ese deseo de ser consideradas entre los grandes del futbol mexicano, lo que marcará la diferencia entre el éxito y la derrota para los equipos regios.