Partamos de que la Liguilla es la fiesta grande del fútbol mexicano y esta invención de los federativos para ver cómo se le pone más agua a los frijoles se le llame “la fiesta chica”, donde 4 invitados son como ésos colados al evento que, en un descuido, hasta bailan con la festejada.
Pero así es nuestra Liga, 8 buscan ganar un lugar para medirse a los 4 mejores, 3 son castigados con un billete y los que quedan en el limbo pues ni fu, ni fa, simplemente fueron 6 meses en los que no pasó nada para ellos, son los ignorados.
Negocio redondo para la Liga porque la fiesta chica genera billetes y los 3 peores también les generan buena lana.
Recuerdo alguna vez escuchar a un directivo decir que el fútbol no era negocio, quizá en alguna época no lo era tanto como lo es ahora, en donde el balompié federado es una de las empresas más poderosas en nuestro país.
Ahora es una máquina de hacer dinero, uniformes que parecen catálogos de productos y fiesta chica que produce billetes con la ilusión de ser invitados a la fiesta VIP y medirse a los mejores cuatro.
Chivas, Puebla, Necaxa y Rayados tienen todos los argumentos para obtener su pase y seguir produciendo un billetito más hasta donde dé el veinte en la rockola.