Mamá adora las series de detectives, pero no me gusta verlas con ella porque en algún momento aparece el “A mí se me hace que…”, y me arruina el final. No es difícil predecir el final de un misterio novelado en TV, porque el guion siempre está escrito al revés. La historia se escribe partiendo de que el guionista ya sabe el desenlace.
Empieza por unas cuantas escenas impactantes para despertar interés, y el resto es el rastro de migajas, unas más apetitosas que otras, pero que siempre nos llevarán de la mano del guionista, “descubriendo” el misterio unos minutos antes del final. ¡Nos sentimos Sherlock Holmes! Y con razón, porque con mucha frecuencia el rastro que nos da el guionista está inspirado por don Arthur Conan Doyle, quien hizo decir a Holmes: “una vez eliminado todo lo que es imposible, la verdad está en lo que queda, por improbable que parezca”.
Asumámoslo: los guionistas de series de TV no pretenden mostrarnos una obra maestra, sólo quieren que permanezcamos en el sofá hasta el final; y soy obediente, me gusta degustar lentamente las migajas. Se entiende por qué no me gusta ver esas series con mamá, que siempre me dinamita con un spoiler. Tal vez por eso prefiero al Padre Brown, de Chesterton. Creo que su ruta deductiva es más humana. Lo humano siempre será más complejo, pero nos hace bucear también en nuestras pasiones y emociones para encontrar la verdad; una verdad tan cierta como una ecuación de Holmes, pero reveladora para cada uno, así haya surgido de la ficción.
Recuerdo que cuando trabajé en La Fuerza de la Imagen, un lema del canal era buscar la verdad, “hasta donde sea posible alcanzarla”. ¡Vaya que es un trabajo difícil alcanzarla!, porque mientras que la razón sólo admite una verdad, por el contrario, cada persona, cada grupo, cada nación, cada continente, matiza esa verdad única con factores que van desde lo sicológico hasta lo político o económico. Para la razón, el matiz en una verdad la convierte en mentira. Nada es “un poquito cierto”. La verdad es muy hocicona, y nosotros solemos ser muy timoratos.
Hace poco, mientras “curaba” un par de sartenes que perdieron el teflón, mamá veía, como siempre, el noticiero que conduce María Julia Lafuente. Quienes no sepan qué tipo de noticiero es, les cuento que es un híbrido entre informativo y comedia, saturado de información comercial obvia y a veces no tanto; un modelo evolucionado del antiguo programa “Codazos”, que protagonizaban Jesús Garza Hernández y Mario Valle. María Julia es, sin duda, un icono de la televisión nuevoleonesa. Su estilo es peculiar, con frecuencia desmesurado y desatinado, pero normalmente es divertido.
Como pasaba con “Codazos”, muchos digieren más cómodamente la comida mientras ven a María Julia en escena. Sin embargo, sí se batallará un poco con la digestión cuando el gag se deja a un lado para emitir información seria, grave u oficiosa. Como esta vez, cuando la conductora entrevistó al padre de la joven Debanhi. Si a mí como espectador me incomodó, me imagino al señor.
En un escrito anterior había advertido que el gobierno estatal estaba siendo apaleado por varias crisis simultáneamente, y que el caso de Debanhi estaba ya fuera de control, más en redes sociales. Decía entonces que para el gobierno era urgente reducir el caso a un ámbito manejable, en donde pudiera dictarse la agenda a los medios y a las RRSS. Añadí que, al reenfocar el caso hacia la Fiscalía, ésta determinaría y dosificaría la información. Como en las migajas de las series de TV, la gente ha seguido cada nuevo dato, y como especular está en nuestra naturaleza, cada información genera “matices” que modifican el impacto inicial del caso y, si no exculpan al gobierno en lo esencial, sí le abonan “positivamente” a su reacción en este caso en particular. Sé que mis amigos comunicólogos no estarán de acuerdo conmigo, pero insisto en que la Nota no es cada reacción, cada operativo, cada rueda de prensa, cada publicación, cada entrevista, cada enlace “en vivo”. La Nota fue la certeza jurídica de una mujer muerta. La siguiente Nota será la solución final e inobjetable de este caso. Entre ambas Notas, toda información estaría siendo dosificada desde la fuente oficial para atrapar, confundir y manipular a la opinión pública… ¡y a los medios! Hay Notas y hay notas.
La entrevista de María Julia es una muestra. No esclareció nada que sea relevante para la investigación, pero sí aportó más elementos para alentar la especulación, atomizar los señalamientos contra las autoridades, y redirigir culpas. Como decía en otra ocasión, la muerte de la joven es sólo un caso y no es insólito, la Nota es la incompetencia y la negligencia de las autoridades responsables, antes y después del hecho… aunque detrás de eso también esté la responsabilidad de toda la sociedad. Si en algún momento la Fiscalía informa la conclusión del caso, sólo será creíble si no está contaminado con el caminito de migajas informativas que ha estado difundiendo sistemáticamente. Si nos tragamos algo así y volteamos la página, nos evidenciaría como espectadores pasivos, morbosos y chismosos, que seguimos ingenuamente a un guionista hasta que nos llevó a donde él quería que llegáramos. Y todo parece indicar que el sentido de esta estrategia estatal de manejo de crisis es dispersar culpas y desviar la atención.
A mí en lo personal no me importa el parentesco afín o consanguíneo de la chica con sus padres. Tampoco la vida privada de Debanhi. Menos aún los videos y chats que la ubican o desubican en lugares o con personas. No puedo confiar en peritajes “científicos” en espacios excesivamente contaminados y manipulados. Me dan suspicacia videos que surgen de espacios donde antes se afirmó que no los había. No me interesan los datos que aporta la Fiscalía por goteo, y que comprometen el sigilo de su investigación. Es información conductista, y yo no necesito arrieros. Nadie puede sacar conclusiones, ni siquiera hipótesis, sin tener a la vista la carpeta completa; y cada nuevo dato sólo exhibe que esta carpeta de investigación no lo está. Lo importante es que hubo una mujer desaparecida y luego hallada muerta, y que no fue ni será la única. Hasta ahora, todas las hipótesis sobre las circunstancias de esa muerte sólo amplían el espectro de la inseguridad que viven las mujeres y los hombres, cada género con su particular nivel de riesgo. Es decir, la conclusión oficial del caso de la desaparición y muerte de Debanhi podrá cerrar ese caso, pero no va a solucionar los otros ni la crisis que ha puesto en evidencia a las autoridades estatales… Y espulgándole un poco más, también a las autoridades federales y de otros estados. No es el momento de distraernos con migajas, por más apetitosas que se nos ofrezcan. El sofá frente a un noticiero de TV puede ser cómodo, pero si nos dejamos arrear por la información sin ejercer un mínimo de criterio, puede terminar aplanándonos el trasero y la inteligencia.
Por cierto, si es que alguien quedó con una duda sobre mis sartenes sin teflón, debo decirle que sí, en efecto, recuperaron la anti adherencia. Pero mi cerebro no la ha perdido. Una serie policiaca de TV puede atraparme en el sofá hasta el final, en cambio pocos, muy pocos noticieros de TV logran que permanezca atento más allá del pronóstico meteorológico.