Uno de los grandes engaños de la democracia en México es el creer que cuando cambia el gobierno las cosas serán diferentes de la noche a la mañana, especialmente en las áreas de procuración de justicia y seguridad pública, en cualquiera de los tres niveles.
A nivel nacional, desde Ernesto Zedillo se han sabido de transformaciones, cambios de nombre y uniforme de cuerpos de seguridad que al final terminan siendo un poco más malos que los anteriores. La militarización de la guardia nacional del actual gobierno federal es el caso más reciente de estrategias fallidas para combatir el crimen y recuperar la confianza de la población.
En Nuevo León, el ejemplo más cercano es el ex gobernador Jaime Rodríguez, electo como candidato independiente ante el hartazgo ciudadano tras las fallas y corruptelas de administraciones del PAN y del PRI. Entre la esperanza de un cambio y el estilo arancherado del “Bronco”, su llegada al poder en el 2015 suponía una transformación profunda que arrancaría del gobierno las podridas raíces de corrupción, ineficiencia y desinterés. Hoy, Rodríguez duerme en una celda, esperando proceso bajo cargos de lavado de dinero, peculado, cohecho y uso ilícito de facultades.
Así como Rodríguez ganó la elección al presentarse como una opción diferente, Samuel García también convenció a la mayoría del electorado de que, con él, un cambio verdadero ocurriría para el bien común. Posiblemente las intenciones y los planes del gobernador sean solidarios y con intenciones reales de mejorar la calidad de vida de los neoloneses, pero la forma en que hasta ahora se han llevado a cabo las indagatorias por la desaparición y muerte de Debanhi ha sido un duro golpe de realidad para el joven político.
Investigadores de ciencias políticas han establecido una diferencia entre gobierno y gobernanza. Gobierno es el modelo de ejercicio del poder público donde el estado es la fuente de autoridad dominante dentro de un territorio definido, mientras que la gobernanza es el modo de dirigir a una entidad, en el que se requiere interacción entre los gobernantes y el pueblo. El quien y el cómo se gobierna.
En el contexto de la procuración de justicia y la seguridad pública, el gobierno lo ejerce el procurador y el secretario, pero la gobernanza es, en la práctica, ejercida por miles de servidores públicos -desde agentes de policía hasta fiscales- quienes a través de sus interacciones con la comunidad dirigen esa parte del gobierno. En este punto es donde la desaparición y muerte de Debanhi, como el resto de los expedientes de mujeres que siguen abiertos, son evidencia de que las cosas no han cambiado a pesar de programas, equipo y capacitación.
“En la vida existen mentiritas, mentirotas y estadísticas”, me dijo en la primavera del 2004 el entonces candidato del PRI, José Reyes Baeza, mientras hacía campaña para la gubernatura del estado de Chihuahua, en respuesta a reportes de creciente violencia de género en la entidad. La inusual respuesta del candidato me quedó muy grabada porque, de fondo, reconocía que la posibilidad de cambiar el sistema de procuración de justicia es muy, muy difícil cuando los encargados de operar ese sistema son, o muy corruptos, o muy ineficientes, o muy incompetentes.
Durante la investigación de Debanhi ya han sido cesados dos fiscales por omisiones y errores en la búsqueda, se siguen filtrando a criterio los videos y se facilitan entrevistas a testigos, se ha evidenciado el uso equivocado de binomios caninos y ahora hasta la posible manipulación de evidencia con la “aparición” de una credencial de la víctima en los condominios Constitución. Los desatinos se siguen acumulando y confirman que, por dentro, el sistema de justicia en Nuevo León sigue contaminado con corrupción, desinterés o incapacidad, a pesar de las estadísticas que ponen al estado en una posición privilegiada a nivel nacional.
Horacio Nájera es licenciado en Ciencias de la Comunicación por la UANL y maestrías en las Universidades de Toronto y York. Acumula 30 años de experiencia en periodismo, ha sido premiado en Estados Unidos y Canadá y es coautor de dos libros.