Madrid, Esp.-
El ex matador de toros originario de Guadalupe, Nuevo León, Eloy Cavazos Ramírez, es el último torero mexicano en abrir dos veces la puerta grande de las Ventas de la capital española, hace 50 años, el 27 de mayo de 1972. Ese día “tumbó” las dos orejas a un ejemplar de Amelia Pérez Tabernero. Pero en su debut en Madrid, ya había logrado la misma hazaña en tan prestigioso escenario, el 20 de mayo de 1971, “cuando tenía apenas 20 años de edad y nadie daba un cinco por mí”–recuerda la fecha, emocionado, al lado de su esposa María de los Ángeles Galindo, evocando la forma como cortó una oreja de cada toro de la dehesa de José Luis Osborne, y no olvida cómo iba sobre los hombros de cientos de aficionados al salir por la Puerta Grande. “Lo malo fue que tres días después, ahí mismo, un toro me partió el pecho y por eso mi temporada sólo tuvo treinta corridas y no todas las que podría haber toreado de no haber caído herido tan gravemente. Por eso me decidí a regresar en mayo de 1972 y me tocó repetir el triunfo”.
Después, el 18 de mayo de 1975, el ícono de Guadalupe le cortó una oreja a un burel de Antonio Pérez e impuso récord de cuatro corridas en un mismo día, el 2 de octubre de 1977. Finalmente tuvo la oportunidad de cortar su última oreja en ese coso, el 1 de junio de 1991, a un astado de Los Bayones. Por eso fue homenajeado el 21 de mayo de 2016 en Madrid, con motivo del 50 aniversario de su alternativa.
En la plaza México fue donde, en 1968, confirmó la alternativa que había obtenido en Monterrey en 1966 con Antonio Velásquez y Manolo Martínez y toros de San Miguel de Mimiahuapan. Y la confirmación fue con Alfredo Leal y Jaime Rangel ante toros de Jesús Cabrera. Eloy cortó tres orejas y ganó el trofeo Azteca de Oro, como triunfador de la temporada. Fue así como, poco a poco a y base de perseverancia, el llamado “Pequeño Gigante” empezó a concretar sus sueños, superando la cuna modesta pero que por ella le encontró el sabor a su futura profesión, ya que su padre Héctor Cavazos Garza era quien cuidaba la vieja placita de toros de la entonces Villa de Guadalupe, y su madre Enriqueta Ramírez se dedicaba al hogar.
“Mi origen no es de pañales de seda, ni nada de eso”, se enorgullece Eloy, nacido el 25 de agosto de 1950, y lo reafirma cuantas veces lo he entrevistado. “Ser el quinto de nueve hermanos, ya era algo pesado para la familia Cavazos-Ramírez, y más si se toma en cuenta que vivíamos en una casa hecha con paredes de barro y techo de lámina, a un lado de la caballeriza y de los corrales de la plaza de toros”. Pero esa circunstancia familiar tan difícil empezó a trazar el destino del futuro matador de toros, quien no olvida a un novillero conocido como “El Pony” por haberle regalado en una Navidad un capotito que lo convirtió en “torero” a los 7 años de edad y le dio a ganar sus primeros pesos, lo que significó enamorarse de los ruedos al formar parte del grupo en que estaba también su hermano David “El Vito” además de Ángel Patiño, Rogelio Lozano, Herminio Alvarado, Héctor Guajardo, Fernando Villarreal, Alberto Preciado y Efrén Acosta, entre otros. Don Héctor era el guía de esos Niños Toreros de Monterrey.
A sus 14 años de edad, todo apuntaba a que no se saldría de la senda del toreo, al ser motivado por el matador Jaime Bravo, quien lo invitó a seguirlo a la ciudad de México, con el apoyo de su apoderado Fernando Elizondo, quien le ofreció hospedaje y alimentación. Y ahí conoció a Rafael Báez y a la esposa de éste Betty Day que significaron lo máximo en su carrera. Su presencia, de ahí en adelante, fue decisiva en la vida del guadalupense, pues los llamaba sus “segundos padres”, ya que se fue a vivir con ellos. Y empezó a dar muestras de lo que estaba hecho. Toreó su primera novillada formal el 25 de abril de 1965, en Guadalajara, Jalisco. Y después de 47 novilladas, debutó en la Plaza México el 12 de junio de 1966., ante ejemplares de la ganadería michoacana de Santa Martha. El novillo del debut se llamó Trovador. Eloy cortó dos orejas, pero salió herido al entrar a matar.
En Monterrey tomó la alternativa el 28 de agosto de 1966, teniendo como padrino a Alfonso Velázquez, y como testigo a Manolo Martínez. Y a pesar de recibir dos cornadas el 14 de enero de 1968, durante la confirmación de su alternativa en la Plaza México, puso por delante su determinación de lograr sus metas en los cosos, logrando sobresalir en la catedral dl toreo de la capital mexicana el 8 de febrero de 1970, cortándole el rabo a Jococón. Y así fue como su apoderado Rafael Báez lo proyectó a Las Ventas de Madrid, donde salió por primera vez por la puerta grande el 20 de mayo de 1971 y repitió la apoteosis el 27 de mayo de 1972. Por eso la celebración de los 50 años de tal hazaña merece ser recordada a plenitud.