Cuando empezamos a correr, lo hacemos por diversos motivos, siendo el de poseer un mejor estado de salud, creo yo, uno de los principales, pero con el tiempo estos motivos van cambiando.
Y es que después de un tiempo corriendo, digamos más que un par de meses, el sentimiento hacia dicha actividad va cambiando, ya no nos cuesta tanto el ponernos los tenis y salir a recorrer algunos kilómetros, es como si cada vez lo sintiéramos más natural, y esa pereza que quizá nos acompañaba al inicio, poco a poco se fuera desvaneciendo hasta quedar en el olvido.
Esto va más allá de vernos nosotros mismos físicamente mejor, del reconocimiento que seguramente nos da la gente que nos rodea y, en general, de cualquier estímulo externo que pudiéramos tener.
Esto pasa porque nos estamos convirtiendo en corredores, corredores de corazón, verdaderos con una gran devoción a esta actividad que sólo nosotros sabemos lo que nos ha ayudado durante el tiempo que llevamos practicándola.
Las sensaciones a nivel físico y mental, que nos brinda el correr, son por demás positivas y placenteras, y cuando nos percatamos de esto es casi imposible pensar en dejarlo.
Sabemos que al correr producimos endorfinas que son bien llamadas las “hormonas de la felicidad”, pero además de lo que químicamente pasa en nuestro cuerpo, la manera más sencilla de explicarlo es que siente como si todo se pusiera en armonía durante y después de nuestros recorridos.
La sensación de que al correr ordenas y arreglas todo lo que puede estarte aquejando, hace que percibas con seguridad que tienes control sobre lo que en realidad lo tienes, dejando ir con claridad lo que no.
Canalizas tus emociones de manera que las negativas dejan de afectarte, o cuando menos reduces esa afectación y las positivas se potencian aún más.
Con esto no quiero decir que los problemas se arreglen por arte de magia al correr, pero si cambia de forma dramática nuestra percepción de estos y la forma en la que vamos a afrontarlos.
Me gusta decir que los corredores nos resolvemos corriendo, es nuestra forma de enfrentar y solucionar todo lo que nos pasa y nos funciona, es por eso que seguimos aquí, aunque a veces nos digan que estamos locos, por salir a correr 20 kilómetros una mañana cualquiera.
Si quieres comprenderlo, te invito a dejarte enganchar por este bello deporte, te aseguro que no te arrepentirás y nunca querrás dejarlo.