Para hacer un desborde por la punta derecha, es indispensable que el jugador, principalmente el denominado extremo derecho, se coloque en ese costado de la cancha de futbol, de preferencia a un par de metros de la línea lateral. Debe estar alerta, porque hacia él irán los balones y, también, la esperanza del equipo. Por eso debe estar mentalmente preparado para asumir una enorme responsabilidad, pues en gran parte depende de él que los once jugadores que integran la escuadra puedan respirar aliviados, cuando el árbitro silbe la conclusión del tiempo reglamentario, y exclamar: “¡Triunfamos!”
La posición demanda habilidad y, en los casos sobresalientes, una velocidad superior a la promedio. Es preciso aclarar que no es necesario que el también llamado extremo alcance la velocidad de 44.7 kilómetros por hora que alguna vez marcó Usaín Bolt. Con que sea rápido es suficiente, pues debe superar a un defensa lateral izquierdo que tendrá como misión cazarlo, detenerlo, despojarlo de la pelota o, en el caso desesperado, derribarlo. Por supuesto que se permite, como valor no escrito, que haga pacto con el Diablo, para consumar por hartes de hechicería endemoniada, gambetas sobrenaturales como Jerónimo Barbadillo, o Jairzinho que, por sus dotes inexplicables pudieron haber sido llevados a la hoguera.
Para llegar al máximo de su capacidad, el puntero derecho debe ser paciente después de que inicia el partido. Por lo general pasas discreto en los primeros minutos. Se acostumbra que primero reciba el balón y lo regrese hacia atrás, a un compañero. Se le recomienda hacer este movimiento para conocer los desplazamientos del zaguero que intentará detenerlo o, como se dice en el ambiente futbolero, que lo cubrirá.
Luego de dos o tres de estas jugadas rutinarias, el puntero, que en la alineación tradicional lleva el número 7 en la espalda, ya puede entrar plenamente en acción de la siguiente manera: colocado después de la línea de media cancha recibe la pelota pegado a la banda. Por lo general, tendrá unos cuantos metros de colchón, como se le llama al espacio que le dará el lateral que saldrá a su encuentro. Es entonces que tendrá que decidir con rapidez la selección de su siguiente movimiento. Puede:
a)Desbordar o superar al rival con el balón controlado. Esta es una de las máximas suertes del futbol, pues es muy complicado manejar una esférica de cuero que rebota indomable, moverla con el zapato para impedir que el rival tome posesión de ella, y pasar dejándolo atrás, ya sea con un túnel o con una gambeta, acción que es, como dicen los clásicos, engañar con todo el cuerpo. Liberado el obstáculo, puede centrar o tirar a puerta.
b) Cortar hacia el centro, que es una excelente opción. El puntero derecho, en esta suerte, decide eludir la confrontación y, en lugar de enfrentar al rival, elige una trayectoria en diagonal, principalmente enfilado hacia la portería. Puede pasarla a un compañero mejor posicionado o, de igual manera, disparar. El habilidoso prefiere el regate, para adentrarse al área grande y estar en situación más favorable frente al arquero.
c) Retrasar la pelota. Esta es una jugada poco recomendable, porque evidenciará la atonía del jugador. Sus compañeros y el público en la tribuna, si lo hay, puede reprocharle con abucheos o dicterios, por no atreverse a encarar al rival. Esta opción conduce a lo que se denomina juego ratonero.
Al puntero derecho se le da una enorme capacidad de improvisación. A diferencia de otras posiciones, que están regidas por un orden táctico que establece el entrenador desde antes del juego, al que ocupa esta se le permite seguir su inspiración e inventarse trucos, engañifas, triquiñuelas que formalmente llevan el nombre de fintas, para desorientar al zaguero que lo marca. De igual manera puede auxiliarse con los compañeros y hacer uso de hipotenusas, que, en el argot futbolero son paredes o triangulaciones. Ocurre este vistoso lance, cuando el extremo derecho tiene enfrente a un contrincante que le impide avanzar. Para hacer este movimiento en dúo, debe ceder el balón a uno de sus socios. En el momento preciso del desprendimiento, debe rodear al rival para dejarlo atrás. El acompañante, que está preparado, le regresa el balón, en ángulo recto y, casi siempre de primera intención o, lo que es lo mismo, al primer toque. La pared, así, funciona a la perfección y es un arma insuperable para avanzar en territorio enemigo. Entonces el jugador con su derecha educada, puede disponerse a enviar el centro que es un envío al corazón del área, de preferencia a media velocidad o templado, para facilitarle la labor a quien rematará con la cabeza.
Es preciso hacer notar que a lo largo de los años el puntero derecho ha desempeñado un trabajo en la cancha que ha variado conforme se afinan las estrategias para defensa y ataque. Con anterioridad, en el balompié tradicional, su misión era correr pegado a la banda y eludir rivales hasta llegar a la línea final, donde termina la cancha. Antes de ahogarse en la jugada debía mandar un centro o la diagonal retrasada, para que algún compañero, principalmente el centro delantero, que se coloca dentro del área, pueda empujar a puerta. O simplemente con sus movimientos vertiginosos, puede acomodarse para jalar el gatillo.
En la modernidad, que trae algunas mejoras, pero también muchas extravagancias, el puntero derecho que, como su nombre lo indica, maneja la pierna de ese costado, es cambiado, por orden del estratega, hacia el lado izquierdo del terreno. Esta variación forzada tiene un propósito sencillo que desvirtúa por completo su objetivo de origen, pues el que es derecho entra por el lado que no le es favorable, con el propósito de virar la conducción de la pelota hacia la parte interna de la cancha, para disparar desde ese perfil que, en teoría, le proporciona un ángulo más amplio y favorable.
En cualquier circunstancia, el puntero derecho debe saber que, como se dijo anteriormente, está obligado a asumir protagonismo y llevar el pantalón corto bien amarrado, porque la posición demanda gallardía y sacrificio. La recompensa, a cambio es muy satisfactoria, pues el que ocupa este puesto con frecuencia termina el partido poniéndose la etiqueta de héroe.