Si bien la semana pasada se habló del triunfo de los Warriors de Golden State al conseguir un título más para sus vitrinas, pero con un toque muy especial para el baloncesto de México ya que por primera vez en su historia, un representante de los nuestros estaba en el roster campeón del máximo circuito de baloncesto.
Pero el tema es y sigue siendo: ¿es o no mexicano?, y si ¿jugó o no las finales? A continuación desglosamos la polémica.
Juan Ronel Anderson Toscano, nacido el 10 de abril de 1993 en Oakland California, es hijo de madre mexicana y padre puertorriqueño.
Llegó a los reflectores del baloncesto universitario al ser estrella en la Universidad de Marquette y ser seleccionado en ese entonces -en el 2015- por el español Sergio Valdeolmillos para la versión 2.0 de los 12 Guerreros (selección mexicana de baloncesto) que disputaría el preolímpico rumbo a Río 2016.
Juan prometía un buen augurio dentro del baloncesto profesional y ese torneo le hizo ganarse la simpatía del pueblo mexicano.
Posteriormente tuvo su trampolín internacional para jugar en México con los Soles de Mexicali, Fuerza Regia de Monterrey (dos títulos con los regios), pasó por Argentina y España, hasta que en el 2018 recibió la invitación para jugar con el representativo de los Warriors en la Liga de Desarrollo de la NBA.
Su lucha constante le permitió convertirse en el cuarto mexicano en llegar a la liga de las estrellas, y ahora convertirse en el primer campeón mexicano de la misma.
Legalmente y por todas las que permite la Constitución de los Estados Unidos Mexicanos, tiene su papelería en regla para catalogarse como mexicano, así que lo es.
Y no es por defenderlo también, pero en una liga donde constantemente hay rotación de personal y jugadores, el llegar a una final y aún ganarla, aunque sea estando en la banca, TAMBIÉN tiene su mérito. Así que aplausos, pues aún nadie ha logrado llegar ahí.
El tema con Juan es que logró todos los filtros y el camino que un mexicano debe de llegar a ser para encontrar su oportunidad hasta quedarse con el trofeo de la NBA, como decimos actualmente: “Para que no le platiquen”.
Ahora solamente queda ver el camino y a donde lo lleva su futuro como jugador, porque lo más alto ya lo consiguió.