Estamos a unas horas del arranque de una nueva temporada en este divertido vodevil llamado Liga MX y me da muchísimo gusto ver que existen tradiciones que no se pierden.
De nueva cuenta los “analistas” quienes acompañan con chicharroncito sus publicaciones, han comenzado a proclamar, cuando todavía el balón no ha comenzado a rodar, quiénes son los seguros candidatos al título y, como sucede año tras año, son exactamente los mismos.
Y aclaro: no estoy hablando de muchos de mis compañeros analistas que publican -entre otros foros- en esta página y quienes haciendo gala de su experiencia e inteligencia, saben desmenuzar a cada uno de los equipos de cara al inicio del torneo y emiten opiniones sensatas y apegadas a la realidad.
De quienes hablo son de los chicharroneros, los que publican buscando likes y controversia barata, apelando el fanatismo y el morbo de un sector de la afición.
Ya podemos ver en sus cuentas de Twitter e Instagram cómo aseguran que el América inicia con ventaja esta temporada y es fuerte candidato al título gracias a sus contrataciones “bomba” (bueno, de alguna manera habría que llamarle que se hayan traído a Jürgen Damm).
Estos cuates son los mismos quienes apenas las Chivas ganan un partido, gritan a los cuatro vientos que “despertó el gigante”.
Como todos los años, ponen a Tigres y Rayados -mínimo- en la semifinal del torneo basados en la cantidad de billetes que han gastado para armas sus plantillas.
Siempre es lo mismo, para estos trompetistas del chicharrón Cruz Azul viene muy fuerte y, ahora sí, será el año en el que la máquina arrasará con todo.
Ya es tradición que ignoren al Atlas, Puebla, Pachuca, Santos y el resto de lo que le llaman “chiquillada” no obstante, año tras año, estos equipos les callen la boca no solo acaparando los primeros lugares de la tabla sino también, a veces, desbancando a sus queridos clubes “grandes”.
Al final y para no hacerle tanto al cuento, para estos “analistas” del balón, la grandeza y posibilidades de alcanzar un título se mide con los millones de dólares que los directivos gastan no solo en contrataciones, sino también en contratos publicitarios.
Afortunadamente existe otra tradición que siempre se cumple en este tema y es que al final de la temporada, generalmente estos tipos quedan como lo que son: unos payasos.
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