¡Uff! Un respiro. Tigres derrotó 2-0 al Atlas esta noche en el Estadio Universitario.
Un respiro en ese eterno camino de los equipos de Miguel Herrera en busca de la la tierra prometida que mezcle el futbol ofensivo y el equilibrio, los títulos y el espectáculo.
Podrá verse según el cristal el resultado, para unos será un premio al equilibrio, para otros será un marcador demasiado corto para lo que se generó a la ofensiva y por jugar con un hombre más casi todo el partido.
La carrera de Miguel Herrera representa algo así como un eterno proceso hacia un tierra prometida donde se gané, se gusté, se anoten goles y se cuelguen ceros.
La carrera de pocos técnicos en México podría resumirse de esa manera: una carrera que además representa una lucha contra esos dos Miguel Herrera que están siempre en guerra en su interior: la pasión que muchas veces se desborda y la estrategia para crear espacios al frente.
El partido se definió desde el primer tiempo. Casi al amanecer del duelo el arquero Camilo Vargas salió expulsado por tapar con la mano, fuera de su área, un tiro de André Pierre Gignac.
Después el defensa Anderson Santamaría hizo un autogol tras un disparo de Jesús Angulo, y más tarde el 2-0 se escribió cuando Gignac definió al rincón tras una pared con Sebastián Córdova.
Tigres creó por lo menos una decena de opciones, por lo que el marcador pareció quedar corto.
Hoy la eterna lucha de Miguel Herrera, con todo y que jugó casi todo el partido con un hombre más, tuvo un respiro: creo muchas opciones y colgó el cero, sin que la afición esta vez pidiera a coro a Carioca, quien ingresó hasta el minuto 87.