Los Juegos Olímpicos no son lo que los medios dicen y que mucha gente cree. Ni están todos los mejores deportistas del mundo ni los escenarios están henchidos de aficionados que no quieren perderse un momento de la historia.
La primera premisa, de que no están todos los mejores, se los debo para otra ocasión. Abordaré la segunda.
Tengo la experiencia de haber cubierto cuatro ediciones de los JJ.OO. y, créanmelo, he visto escenarios que me entristecieron por estar casi vacíos, sin respuesta de la gente y por falta de promoción del organizador.
En Atenas 2004 los parques de beis y soft, vacíos. Tanta inversión, tanto diseño y exigencias técnicas de las federaciones internacionales, para tener escenarios grises. Si ya se sabía que a los atenienses no les entraban estos deportes, ¿por qué no generaron estrategias para llevar gente a los juegos?
Aparte, en los JJ.OO. los boletos no son baratos, y si a eso agregamos que los ciudadanos griegos de ese entonces no estaban bien económicamente -y parece que ni ahora-, pues menos se apersonaban en los graderíos. Y esto me lo confirmó un taxista, quienes suelen tener “buenos” balances de las economías de sus lugares.
En Río de Janeiro 2016 observé escenarios similares en boxeo, esgrima y pesas. ¿Por qué pasaría esto? Río construyó un parque olímpico en un nuevo polo de desarrollo, lejísimos del Río tradicional.
Los largos desplazamientos terminaron ahuyentando a la gente, sin importar que fueran los JJ.OO. Sin embargo, el volei de sala y el de playa, esos sí, atiborrados de aficionados, pues cómo no: el de sala, relativamente cerca del Centro y el de playa, ahí nomás, ¡en Copacabana! Además, Brasil ha sido potencia en estas especialidades.
También en contra de Río 2016 jugó la temporalidad de los Juegos, celebrados casi a la salida del invierno y no en el verano sudamericano (diciembre-enero), cuando se tiene el periodo vacacional, por lo que la mayoría de la población asistía normal a sus labores habituales.
Entonces, ¿por qué no modificaron el periodo vacacional de los habitantes de la ciudad para que pudieran asistir a los Olímpicos?
Como estrategia de audiencia habría que llevar los deportes débiles del país sede a los mayores núcleos de población, y que sean ¡gratis! Por supuesto que la gente ahí estaría, como sucede con las pruebas ruta: maratón, marcha, triatlón y ciclismo de fondo y contrarreloj.
Todo esto lo traigo a comentario, porque París 2024 anunció, el 25 de julio, su eslogan para los Juegos: “Abramos los Juegos de par en par” o “Abramos a lo grande los Juegos”; Ouvrons Grand les Jeux en el idioma original.
Estoy seguro de que así será. Cuando París 2024 recibió la estafeta de manos de Tokio 2020 (2021), el presidente francés Emmanuel Macron ofreció, desde ese preciso instante, unos Juegos para toda la gente.
Interpreté que habrá competencias en la esencia de ciudad, y en efecto ya están programados la inauguración, el nado de aguas abiertas, triatlón y maratón para el Río Sena y sus riberas, ecuestres en el Castillo de Versalles y ciclismo de ruta en los Campos Elíseos.
Los organizadores buscan, además de resaltar la igualdad de género, que el aficionado, y sobre todo el extranjero, “experimente nuevas emociones” en una ciudad por demás encantadora, y reconocida por el nivel de organización de eventos que la distinguen como el Tour de Francia, el Roland Garros o el Maratón de París.
Con esos marcos modelo sería catastrófico que los Juegos Olímpicos tuvieran, otra vez, aforos pobres y escenarios desangelados. Contrastante con el glamour de París.