Ganar también es un oficio, un arte. Alcanzar los objetivos (aclaro, por medios lícitos) sea como sea, sin importar los obstáculos, también es un arte.
Cuando Tigres se plantó ante el Bayern Munich, en el Estadio de la Educación, de Qatar, en la Final del Mundial de Clubes 2022, demostró que había alcanzado uno de los atributos más difíciles de conseguir: el oficio, la malicia.
Ese factor también tiene un valor en la vida, suelen pesar más aquellas personas capaces alcanzar los objetivos, ya sea personales, familiares o de las empresas que los contratan, sea como sea, sin importar los obstáculos.
Ese atributo no se compra en la tienda de la esquina, sino que es el resultado de la contratación de jugadores con personalidad, pero también de un trabajo colectivo de años, de un proceso paso a paso.
En la Copa del Mundo, sí son campeones los que mejor juegan, pero también los que dominan mejor ese arte de ganar, ese oficio.
Un oficio que después de haberse labrado es responsabilidad de los dirigentes de una institución preservarlo y sumarlo a la carta de identidad del equipo, en este caso Tigres.
Al parecer los nuevos dirigentes felinos dieron poca importancia a ese factor, que cuesta mucho lograr y que es la base de las grandes dinastías.
Ahora, en el inicio de una nuera era, la de Diego Cocca al frente del equipo, es momento de preservarlo.
Hay una ventaja: la filosofía de Cocca, al menos es lo que ha expresado, se basa en ganar, sin importar el cómo, pero ir por la victoria, sea como sea.
Un atributo que se alinea a la personalidad de algunos de elementos base de los Tigres, como Nahuel Guzmán, Guido Pizarro, Javier Aquino, Rafael Carioca y André Pierre Gignac.
Tigres tiene hoy dos elementos que han marcado su identidad en distintas eras, que han dado títulos y provocado sus dos épocas doradas: la garra y el oficio.
Labor de los directivos será cuidar esos atributos, alinearlos e incorporarlos a su presente.