Acabo de terminar de ver el último capítulo de la más reciente temporada de The Mandalorian, la exitosa serie de Disney basada en el universo de la Guerra de las Galaxias y debo decir que no solo estoy satisfecho con lo que vi, sino hasta contento.
Y antes de que un sector de la fanaticada se lance en mi contra con sus blasters, trinches y espadas láser, abundaré diciendo que el duo Favreau y Filoni han hecho un gran trabajo dándole oxígeno a una saga que, hace años, estuvo al punto de la extinción por la malograda y (en algunos casos) incomprendida, tercer trilogía.
Desde que arrancó la tan esperada tercer temporada, he visto una verdadera Guerra Civil entre los seguidores de Star Wars, algo que ya no me sorprende, pues si en algo somos expertos los seguidores de la saga es en estarnos peleando.
Aún así seguí las críticas que, reconozco, no están tan equivocadas que digamos, pues hay ocasiones que la temporada cae en lamentables errores de guión, con historias flojas y villanos que verdaderamente se sacaron de la manga (neta, ¿piratas espaciales?)
Sin embargo en términos generales la saga se recupera y termina fuerte, superando, incluso, los baches de algunos momentos que en papel suenan desafortunados pero, ya cuando los ves, no son tan malos.
Porque reconozcámoslo, hay mucha pose y mame en las críticas o, de otra forma, ¿por qué aquellos que se rasgaron las vestiduras con la participación de Lizzo y Jack Black -que, insisto, no es lo peor que hemos visto en la serie-, andaban muy felices celebrando a Christopher Lloyd? ¿Nomás porque hace muchos años salió en Volver al Futuro? No ma… metrallen.
Los puristas indignados acusan a la serie de volverse infantil, que solo sirve para vender juguetitos pero ¡por Dios! ¿A poco hasta ahora se dieron cuenta que eso es lo único de lo que se tratan las películas y las programas de televisión?
¿Ya se olvidaron de la línea Kenner de la trilogía original? ¿O me van a salir que esos monitos y naves en escala estaban dirigidos a cuarentones indignados?
Claro que estamos hablando de un universo que de cierta forma es infantil. ¿Cómo más vas a justificar una historia de magos espaciales que viajan en naves por la galaxia violando todas las leyes de la física, tiempo y espacio?
Es más ¿quieren acusar estos nuevos proyectos de “venderse”? ¿Ya se les olvidó el Especial de Navidad de la trilogía original? Perdón, olvidé que no se habla de este asunto pues, básicamente, nunca sucedió.
Es cierto, en pasadas temporadas Mandalorian alcanzó niveles excelsos al homenajear a Akira Kurosawa o regalarnos uno de los más épicos regresos de un personaje en los últimos años (busquen en Youtube las reacciones de algunos fans con el retorno de Luke), pero es obvio que también hay que balancear las historias para llegar a nuevas audiencias, para sembrar y cosechar nuevos fanáticos.
Mi nena de ocho años está feliz con la serie y, creo, va en camino en convertirse en una seguidora.
Gritan que Grogu comete el pecado de “ser muy tierno”, pero nadie se enojó con los Ewoks… la hipocresía pues.
Es cierto, esta es una opinión que quizás no va a ser muy popular que digamos en un sector de la fanaticada, pero es lo que creo firmemente,
Además, al final, estamos hablando de Star Wars, la cosa más importante de las cosas menos importantes en esta vida.