La recuerdo como una de las chicas más bonitas de la época. Su cara, casi perfecta, aparecía en portadas de muchas revistas y en anuncios de cosméticos o champús.
Muchas mujeres de mi generación la veíamos con admiración y como un modelo a imitar aunque supiéramos que su belleza era inalcanzable e inigualable, hubiésemos querido vernos tan lindas como ella.
Además era de nuestra edad exactamente, unos meses menos o más. Pero su vida, muchas veces tormentosa, terminó siendo un desastre, atrapada en adicciones, entrando y saliendo de clínicas de rehabilitación, consumida por el alcohol, destrozada por fracasos amorosos y relaciones tóxicas, muy pronto, la hermosa Heather Locklear entró en una vorágine de autodestrucción que acabó con su carrera y su belleza por completo.
Ahora Heather sufre mucho, está perdida y no puede perdonarse, se convirtió en su propio verdugo y aniquiló a la hermosa mujer que algún día fue.
No se sabe a ciencia cierta si los problemas de su vida la llevaron a los abusos y a las adicciones, o si fueron las adicciones y los abusos los que causaron los problemas emocionales de su vida.
Se trataba de un círculo literalmente vicioso. Baja autoestima, dolor y vergüenza, soledad, miedos… Pero, ¿Qué más da a estas alturas?
El daño está hecho y si logra salvarse, jamás será la misma… Podrá quizás, recuperar algo de salud física o mental -aunque mucho del daño sea irreversible- y, sin embargo, nunca recuperará el tiempo perdido ni los estragos de lo mal vivido… eso ya no se recupera.
Su historia es muy triste y trágica. Ahora Heather deambula por las calles con la mirada perdida, la han visto sentada en las banquetas y llorando por todo y por nada, sola, desfigurada… como muchas que han ido por ese mismo camino. Algunas han sobrevivido y otras no.