En todo deporte e, incluso, actividad de vida se llegan a decir muchas cosas. En el trayecto de cualquier partido, junta, reunión e incluso relaciones personales.
La lesión de Brian Rodríguez del América en el partido del sábado anterior en una jugada con Jesús Gallardo del Monterrey es por demás desafortunada, no por ello se puede asegurar que fue intencional y castigar al jugador mexicano por participar de una acción que es común y frecuente en cada partido de fútbol en el planeta.
El juicio en cuestión esta basado en frases supuestamente dichas por un jugador a otro, amenazando con de manera intencional lesionarlo. Más allá de indagar la veracidad de los dichos, se armó todo un debate en redes, programas y probablemente en las interacciones de trabajo y otras en la vida cotidiana sobre las intenciones de un jugador, las posibles consecuencias de los hechos y a su vez, condenando a una y otra parte por acusar y otra por participar de una jugada plenamente futbolera.
La era de apertura que vivimos nos expone a un escrutinio por toda palabra, frase, oraciones e interacciones que tenemos, por lo que el juicio público puede caernos cuando buscamos tener una interacción más allá de las 4 paredes de nuestros hogares.
El ser desconocidos para cualquiera que acuse o señale, el no saber el tipo de personalidad, el como se lleva una dinámica en un evento deportivo, puede llevar a intentar descifrar o desmenuzar hasta el más mínimo detalle de una experiencia que sin saber, puede destruir la reputación de un ser humano que solo intenta patear un balón.
Por una jugada de 5 segundos se han suscitado horas y horas de análisis en todos los medios posibles, acusaciones, repeticiones, audios, redes sociales y todo para defender o atacar a 2 jugadores que participaron en una jugada que es de lo más común en un campo de juego; a los jugadores se les pide intensidad, pelea, esfuerzo, intensidad y eso conlleva que haya roces, choques y está por demás decirlo si se ha tocado un balón aunque sea en la calle, decir cosas que a veces solo son para sacar la frustración de ser superado por el rival, lo cual es infinitamente mejor que golpear a alguien por dichas sensaciones.
El deporte conlleva estrés, presión e intensidad, la parte física impacta a la emocional y los resultados influyen en el estado de ánimo de jugadores que han encontrado en el desahogo verbal la forma ideal de no generar violencia.
Una jugada común derivó en un juicio mediático, pero los jugadores profesionales deben acostumbrarse a un entorno que cada vez tiene más cámaras, micrófonos, ángulos y jueces dentro y fuera de los medios, las redes sociales son catalizadores que encienden la opinión pública y habrá que aprender a vivir con la era de la apertura, donde cualquiera opinamos y cualquiera es experto, que no está demás agregar que parte de la evolución del deporte para sobrevivir es adaptarse a estas circunstancias, ya que después de años y años de lo mismo, los aficionados no están dispuestos a seguir gastando cantidades estratosféricas de dinero por solo mirar, sino que desean se les tome en cuenta de manera activa en las discusiones, igualmente apostando, en recibir algo de show mediático para hallar sentido a su papel de aficionado.
Apertura, espectáculo, opiniones, apuestas, redes sociales y un escrutinio cada vez mayor son los ingredientes de todo deporte que desee un pedazo de la atención mediática que atraiga afición y patrocinios, dinero llama a dinero y no hay nada mejor que una buena polémica para que el color verde de los billetes brille en los ojos de quien facturan con cada evento deportivo.
Al final Gallardo no será sancionado, los del América se tragarán el orgullo, los aficionados se pelearán en redes, los analistas en medios harán show y éste aficionado escribirá unas palabras como cada semana; un fin de semana cualquiera en que como las palabras del lateral izquierdo rayado confirman: del dicho al hecho, hay mucho trecho…
¡Saludos desde el sillón!