A Nelson Sanhueza los Rayados de Monterrey debieran hacerle un reconocimiento especial no solamente por haber anotado el gol número mil del club regiomontano, sino por la entrega a sus colores durante cinco años, en la gran época del futbol local. Fue tanta la identificación del chileno con el entorno citadino, que finalmente estableció aquí su residencia en Escobedo, donde no una sino varias veces ha alojado a figuras históricas como Rubén Romeo Corbo, entre otros, cuando vienen de visita por estos rumbos. Es una persona de tal calidad humana, que no es posible dejar de tomarlo en cuenta en aspectos extra cancha y la salpicada que da a sus pláticas con sus chispeantes anécdotas.
La más conmovedora, que ha hecho saber a sus amigos, es la que se refiera a su contratación con los Rayados. Él estaba tranquilo en el equipo de la Universidad Católica de Chile, en el que debutó, a los 17 años, en 1973 y en 1976 fue seleccionado nacional de Chile. Pero un día lo alborotaron con el llamado del Club Monterrey y la atractiva oferta entusiasmó a todos lo que alentaban su desarrollo profesional, pero no mucho a su persona. La edad lo había llevado a enamorarse de una linda modelo. Era su novia y el respeto mutuo hacía esa relación afectiva muy especial. Habló con ella –cuentan sus amigos– y convinieron en la despedida, con la condición de que ella no iba a posar en trajes de baño ni en pasarelas con poca ropa.
El jugador de concentró en lo suyo y, lleno de nostalgia, no dejaba de pensar en la atractiva chica, a quien no podía ir a visitar porque las temporadas terminaban es junio. Pero apenas llegaban las vacaciones y se presentaba con gran entusiasmo a mostrarle su amor. Un primo lo recibía en el aeropuerto y le daba razón de todo lo que pasaba en Santiago, la capital, y el trabajo que realizaba su novia. Hasta que en una de esas, las noticias no fueron buenas: la hermosa modelo no aguantó más la lejanía geográfica ¡y se casó!… Así es que hay que tomar en cuenta el dolor del corazón de Sanhueza y su deber profesional de concentrarse, en esas circunstancias, a dar de sí lo debía dar en la cancha, pues para eso había sido contratado por los Rayados.
El chileno logró superar el trago amargo de su vida personal, de lo que dan constancia sus cuates con quienes dialoga de este capítulo de su trayectoria, y en 1982 pasó al Puebla, donde se coronó campeón en la larga temporada de entonces, que concluyó a mitad del 1983. Luego jugó en Atlético Potosino y en Correcaminos de la Universidad de Tamaulipas. Por fin su imagen de futbolista a carta cabal le brindó la oportunidad de debutar como entrenador en Toros Neza y Correcaminos de la UAT. Y aquí evoca la anécdota que Antonio Mohamed dejó en el club mexiquense, en el cuarto torneo corto de Verano 98, pues se dice que un día le pidió al entrenador del equipo, Manuel Manzo, que dijera a los directivos que ya no lo quería en el equipo.
Con sorpresa todo mundo se mostró extrañado de esa petición, por su calidad de mediocampista de lujo y su cuota goleadora, pero después de todo Mohamed se salió con la suya. Y salió ganando porque, se supone, ya tenía un acuerdo con los Rayados de Monterrey, que lo trajeron a sus filas en el torneo de Invierno 98. Por eso hoy, que alega que se va de entrenador de Pumas, “por motivos personales”, los que recuerdan ese paso dado por “El Turco” con Toros Neza, afirman que no tarda en conocerse la noticia de su contratación con alguna selección nacional o un club de prestigio que puede estar a lo largo y ancho del planeta. ¿Será?…