A mi nadie me lo contó, ni lo vi por la televisión. Yo estuve en la zona de periodistas del Estadio Olímpico de Roma ese 8 de julio de 1990 cuando el árbitro mexicano-uruguayo Edgardo Codesal marcó el polémico penalti al minuto 85 en la final entre Argentina y Alemania.
El defensor sudamericano Roberto Sensini derribó dentro del área grande al atacante teutón Rudi Voller, y el nazareno no dudó en pitar la pena máxima.
Han pasado casi 34 años y lo que me tocó ver en vivo en ese partido, y después repetido en los monitores de los periodistas acreditados, sin duda fue una clara falta.
Pero cómo se atrevió Codesal a tomar semejante decisión cuando faltaban cinco minutos para el silbatazo de esa final -por cierto, considerada por analistas como la más aburrida en la historia de los mundiales hasta ese momento-, y se definiera desde el manchón penal.
Fue el germano Andreas Breheme quien se encargó de acuchillar a los argentinos que se querían comer vivo a Codesal sin hervir en una olla ardiendo, a pedazos y crudo, anidando la pelota en las redes a la derecha de Sergio Goicoechea.
Víctima de un ataque cardiaco el martes 21 de febrero falleció Brehme, el menos culpable de aquella tragedia argentina que, más cierto que en broma, ha impedido a Codesal poner un pie en ese país.
Casi toda Italia estaba a favor de Alemania, porque en semifinales la escuadra de Diego Armando Maradona -en el mismísimo estadio Sao Paolo de Nápoles que ahora lleva el nombre del jugador-, había eliminado en penaltis a la Scuadra Azzurra.
Ese partido también nadie me lo contó. Esa primera tragedia la vi como enviado de Multimedios, cuando la mitad del estadio apoyaba a Argentina y a su ídolo, y la otra mitad a Italia. Algo para no creerse.
No me imagino que André Pierre Gignac sea convocado por Francia para el Munidla de 2026 y se enfrente a México en el Estadio Universitario (que no será sede, como se sabe), y la mitad de los adicionados abucheen al Tricolor y la otra aplauda cada jugada de los galos.
Descanse en paz Andreas Breheme. El futbol mundial está de luto.