Muchos lugares del mundo actualmente sufren los estragos de una atroz sequía. Unas regiones como la nuestra, padecen más que otras, pero no somos la excepción en modo alguno…y tampoco seremos una excepción en cuanto a las consecuencias. Ni las presas, ni los acueductos, ni los trasvases, ni los pozos profundos o someros sirven si están vacíos.
Por más avanzados que nos encontremos tecnológica y científicamente como humanidad, aún no sabemos hacer llover. La bendita lluvia aun está en manos de la Providencia, es decir: de la madre Naturaleza, tan herida, tan maltratada. Ante las sequías severas y prolongadas, solo podemos “adaptarnos”, aprender a vivir diferente, a vivir con menos, desarrollar nuevas técnicas de aprovechamiento de la escasez…y lo más difícil: ser humildes y sensatos ante la adversidad.
No se le puede exigir lluvia a los gobernantes, ni pedirles rituales y sacrificios a los sacerdotes para conseguir la piedad y compasión de los “dioses”. De nada sirven las inevitables quejas y condenas por la falta de previsión, ni por el desorden y el despilfarro cuando nos azota y nos agobia la sed.
La sequía siempre ha representado un riesgo para la humanidad. Dicha condición a acabado con civilizaciones enteras desde tiempos inmemoriales: representa los años de “vacas flacas” y se asocia, directa o indirectamente, a cualquier cantidad de consecuencias catastróficas, junto con la peste, la guerra, el hambre y la muerte.
“La sequía nos preocupa, sobre todo, porque afecta la vida de los seres humanos, destruye sus fuentes básicas de alimentación y provoca desórdenes en su vida social y política”.” Esta conceptualización se refiere evidentemente a una construcción social de la sequía; es importante porque considera los efectos en los seres humanos y su cotidianidad.” (Florescano, 2000)
“Se considera a las sequías incluso como la causa principal de que comunidades y culturas prehispánicas desaparecieran por falta de agua en distintos momentos. Diversas fuentes bibliográficas permiten cuantificar entre 74 y 88 eventos de sequía en el país durante ese periodo.” Cerano-Paredes, Villanueva-Díaz, Valdez-Cepeda, Méndez-González y Constante-García (2011)
“Se distinguen diversos tipos de sequía: meteorológica, hidrológica o agrícola; pero interesa aquí referirse a los conceptos más recientes, como la sequía socioeconómica, la cual tiene que ver con la disminución de disponibilidad de agua hasta el grado de producir daños económicos y personales a la población de la zona afectada por la escasez de lluvias, en especial en cuanto al abastecimiento de provisiones y servicios, como agua, pasto o energía eléctrica” (Coronel, 2013).
Sin temor a equivocarnos, podemos asegurar que la sequía es nuestro más grave problema actualmente y la mayor amenaza que pesa sobre todos nosotros, (junto al tema de la mala calidad del aire). No es que debamos ser catastrofistas, pero sí es inminente que seamos realistas y entendamos a profundidad la circunstancia que impera y nos conduzcamos de manera responsable y congruente.
*Con extractos del artículo: “Historical Review of Drought in Mexico: From the Divine Explanation to the Incorporation of Science”
Judith Domínguez1 *
1Profesora-Investigadora El Colegio de México, A.C. Centro de Estudios Demográficos, Urbanos y Ambientales, Camino al Ajusco 20, Col. Pedregal de Santa Teresa, Delegación Tlalpan, 10740 Ciudad de México, México.