La humillante derrota del equipo nacional mexicano en la final de la Nations League ha ido el último clavo en el ataúd de la peor generación de seleccionados mexicanos en la historia.
Por muchos años, ese deshonroso lugar lo llevaron los llamados “ratones verdes” y su vergonzosa participación en el mundial de Inglaterra 1966, que ocho años más tarde se repitió -y eso porque en el 70 México fue sede- con una descalificación al mundial de Alemania 74. Los registros indican que fue el periodista Manuel Seyde quien bautizó a los seleccionados aztecas con el apodo que por muchos años siguió al tricolor.
Pasó el tiempo, vinieron y se fueron jugadores, entrenadores y directivos que por momentos hicieron creer a la afición y a los analistas que había futuro, que el añorado quinto partido llegaría pronto y que el tricolor finalmente escalaría ese peldaño que le daría un lugar como equipo destacado en el mundo.
Big surprise!
Estados Unidos nuevamente la volvió a hacer y extendió a siete su racha de partidos sin derrota frente a los mexicanos.
Esta es la peor generación de futbolistas en la historia del tricolor por sus resultados, por intermitencia y por su cinismo.
De nada sirve que Irving Lozano y Guillermo Ochoa jueguen en Italia, Santiago Giménez en Holanda, Edson Alvarez en Inglaterra, Orbelín Pineda en Grecia y Jorge Sánchez en Portugal. Ninguno de ellos ha demostrado la capacidad de convertirse en el diferente, en el genio que resuelve con un pase, con una gambeta o con un cabezazo. Son apenas chispazos de grandeza, como el gol de Lozano ante Alemania o los vuelos de Ochoa ante Brasil.
Como ellos, la gran mayoría de los jugadores de la Liga MX son petardos, inconsistentes y con más pena que gloria. Uriel Antuna, Henry Martin, Jesus Gallardo y hasta el naturalizado Luis Quiñones brillan en casa, pero se opacan afuera. Se hacen chiquitos, se sienten gigantes.
Y peor aún a su petardismo deportivo, los jugadores son cínicos. Se dicen lastimados, piden perdón y prometen regresar más fuertes. Pasan horas y se filtran fotos y videos de sus parrandas. Pasan meses, vuelven a la selección en un amistoso contra Surinam, se lucen con tres goles y celebran como si se hubiera ganado el mundial, con el aplauso de analistas y vanagloria de directivos.
Humillados en Qatar, dominados por los Estados Unidos y sin esperanza para la Copa América de este verano. Que mundial se nos viene.