Como el mejor arquero del futbol mexicano, Nahuel Guzmán da indicios de que se ha separado de la realidad. Lo que parecía otro chisme sobre un jugador estelar, se convirtió en una realidad insólita.
Porque nadie va a creer que un futbolista profesional, que pasa por el momento de mayor madurez y esplendor de su carrera, incurra en hechos que merecen calificación de bajezas.
Como ya se sabe, por una amplia difusión del hecho, durante el pasado Clásico Regiomontano del sábado 13 de abril, jugado en el Estadio BBVA, el arquero argentino de Tigres utilizó un rayo láser con el propósito deshonesto de distraer al portero Esteban Andrada, de Rayados.
La acción es un hecho de hostigamiento que ocurre de vez en cuando en todos los estadios del mundo.
Está el caso ejemplar de Mo Salah, el delantero de Egipto que de visita ante Senegal, en un juego eliminatorio, para el Mundial del 2022, antes del cobro de un penal fue iluminado en la cara con un baño de puntas verdes, como si una decena de snipers lo tuviera en la mira.
Voló el tiro por encima de la puerta. Las varitas de láser se venden en cualquier estanquillo y pueden proyectar un haz de largo alcance.
Jugadores afectados, en especial porteros, van con el árbitro y se quejan del hecho, y el aficionado provocador, cuando es identificado, es echado del estadio y a veces vetado para siempre.
Aquella noche Guzmán echó la luz en el rostro de Sabandija quien, efectivamente, reportó el hecho al árbitro porque lo distraía, sin saber, aún quién lo hostigaba.
Los médicos señalan que la exposición del ojo al láser puede provocar un daño permanente, pero sólo si la exposición es de manera permanente y concentrada, lo cuál no ha ocurrido nunca, que se sepa, en un partido de futbol, debido a la naturaleza activa del arquero que casi nunca está quieto.
El daño es posible, pero altamente improbable.
Mensaje
Más allá de que el guardameta de Rayados nunca corrió un riesgo real, se destaca el hecho en sí, que no deja de provocar estupor.
El Patón estaba en un palco del estadio, fuera de la alineación porque se recupera de una cirugía de la rodilla, pero lo que hizo entraña un significado enorme, por lo que representa.
Lo admiro, pero no puedo cegarme ante esta inexcusable bellacada. El mensaje que envía a sus seguidores es nefasto, pues es ejemplo y guía de miles de jóvenes y niños impresionables, que puede encontrar en sus hechos un modelo a seguir.
Si Nahuel lo hizo, está bien. Si el futbolista favorito procedió de esta forma, significa que a veces son aceptables las picardías, los pecadillos, alguna que otra trampa para obtener el resultado.
No te detengas si puedes obtener una ventaja por cualquier método, incluso el deshonesto. Lo importante es que no te pillen, dice Guzmán echándole el rayito en la cara a Andrada.
Quiero suponer que Nahuel Guzmán sabe que la notoriedad desubica, por lo que está mentalmente preparado para los reflectores y flashazos.
Más allá de su exhibicionismo zumbón, es un tipo que ha dado muestras repetidas de ser educado, listo, reflexivo.
Nació para ser una estrella. Sus actuaciones en el arco rubrican sus dones en la cancha, como un portero superdotado que ya es considerado uno de los mejores que ha venido del extranjero al país.
Es normal que su falla tenga repercusiones descomunales, pues es pájaro de plumaje exótico, que llama la atención donde se coloque.
En todo México se le conoce, y se le adora o se le repudia, con una polarización que solo concitan los personajes de su prosopopeya.
Su infamia proporcionó motivos a su legión de detractores para que lo lapiden y pidan que lo lleven al cadalso, como si lo que hizo fuera un crimen de lesa humanidad.
Reparación
Es remarcable su conducta errática extravagante. Ese no es el Nahuel conocido. Nunca había pasado esa línea de la indecencia. Cierto, ha ofrecido disculpa a Andrada y a la afición. Aún así, ha provocado una decepción enorme. No ha infringido ninguno de los diez mandamientos, no ha matado, ni violado, ni robado, pero sí ha incurrido uno de los siete pecados capitales, el de la soberbia.
Él mismo ha sido objeto de esas agresiones con láser, en otros juegos, pero el acosador era un aficionado, no un estelar, como él, que conoce los alcances de estas acciones hacia sus colegas.
No sé cómo un jugador de su estatura pueda transmitir que está genuinamente arrepentido, y que se compromete a no incurrir otra vez en alguna falta similar.
Tal vez sea momento de innovación, para que pague la falta con un formato que no se ha usado nunca en el país, para un deportista. Nahuel, por iniciativa propia, puede hacer trabajo social con charlas sobre las consecuencias de la deshonestidad.
Que El Patón, con todo su poder de convocatoria, acuda a las escuelas, centros infantiles, que convoque a los chicos para que les hable de su experiencia desafortunada.
Creo que solo así, la afición en general, quienes lo admiran y lo desprecian, podrán sentir que su acto de contrición es genuino.
Si llama a hacer lo correcto entre sus seguidores, puede comenzar a reparar el enorme daño que provocó en su prestigio como profesional.
Parece que Nahuel confió demasiado en la debilidad institucional que tanto daño y vergüenza nos provoca en México, porque en el país del no pasa nada, se le castiga a uno de cada cien delincuentes.
Lo que prevalece es la impunidad. El criminal toma el botín y escapa, sin que alguien lo persiga. No hay policías suficientes para echarle el guante al malhechor.
En el futbol prevalecen los engaños, las faltas fingidas, el teatro para impresionar al silbante.
Las sanciones pueden aligerarse con un café que se toman en la oficina directivos y federativos.
Ojalá puede reivindicarse a cabalidad.