Hay que esforzarse para imaginárselo.
Si no es porque me lo cuenta el entonces portero José Luis Brizuela, y porque la misma versión ha sido corroborada por otros protagonistas, quizá no lo habría creído.
Por algo le llamaron el Juego del Terror, aquel 19 de mayo de 1974 los Tigres lograron el ascenso a Primera División, ahora que sí que salvando la vida de visita en el partido de Vuelta, al derrotar con global de 3-2 a la Universidad de Guadalajara.
Este mes se cumplirán 50 años del primer ascenso de los Tigres, un ascenso que casi costo sangre.
Durante el primer tiempo, Brizuela tuvo ir quitando las tablas con clavos que la gente que rodeaba al campo aventaba a su área, para evitar que se lanzara con comodidad al intentar detener algún disparo.
Tigres llegó con ventaja de 3-0 al partido de Vuelta al Estadio Olímpico del Tecnológico, de la UdeG. Sabían que el partido iba a ser difícil, pero nunca pensaron el ambiente de terror que encontrarían al presentarse en el estadio de la UdeG, para intentar culminar la obra.
Atrás de la portería de Brizuela había una persona armada con una pistola, que le lanzaba amenazas. Alrededor del campo había más personas armadas, todo en medio del convulsionado ambiente estudiantil de la época.
Desde la llegada al estadio en el autobús, la presión de la afición se hizo sentir aventándoles piedras que quebraban los vidrios de la unidad.
Al medio tiempo, los jugadores no sabían si estaban más seguros en el campo o en el vestidor, porque la afición rompió los vidrios de las ventanas al lanzar piedras, por lo que los jugadores tuvieron que voltear los bancos para protegerse.
Al asedio del público y los porros, se sumó la presión del equipo de la UdeG que buscaba al menos empatar el partido para mandarlo a un tercer duelo, de desempate.
Dos goles consiguió el equipo local, el segundo de ellos al minuto 1 de la segunda parte, por lo que los últimos 44 minutos del partido se jugaron en un nivel alto de tensión, de miedo y de terror. Brizuela para todo lo que llegó, describen las crónicas de aquel día.
Cuando el árbitro Javier Galindo silbó el final del encuentro no hubo lugar para festejos. Brizuela dejó su portería despavorido y cruzó toda la cancha para meterse al vestidor, sin voltear atrás.
Los jugadores subieron al autobús que no paró hasta un pueblito a la altura del estado de Zacatecas, donde pudieron detenerse a probar alimentos, y ahora así, fuera de peligro, celebrar el histórico ascenso con un platillo como sopes y alguna cerveza.
Así, de manera heroica, comenzó hace 50 años la travesía de estos Tigres por la Primera División, una travesía que los ha llevado nada menos hasta ser el equipo de la última década y jugar una Final del Mundial de Clubes.
¡Gracias Héroes del 74!