Me da gusto que el Club Pachuca se dedique a promover a sus canteranos y a otros jugadores muy jóvenes. Celebro que le vaya muy bien a su presidente Jesús Martínez en este terreno del futbol profesional. No importan las críticas que el directivo debe soportar por la multipropiedad en la competencia, al entregar a su hijo la conducción del León, además de otros señalamientos que tanto le incomodan, como recibir dinero público del gobierno de Hidalgo en algunas épocas en el negocio de este deporte de masas. No se escapa ni siquiera de ser probado en su temperamento cuando se le roban méritos de ser el gran promotor del Salón de la Fama.
Lo que hace para proyectar a sus fuerzas básicas y para seguir sembrando semilla de la buena en su Club, vale la pena destacarlo, pues inclusive tiene visores en otros sitios de México a fin de descubrir nuevos talentos y llevarlos a probarse en sus equipos de la capital hidalguense. Claro que esa visión le reditúa buenas sumas de dólares al convertirse esta cantera en escaparate al que acuden otros clubes en busca de protagonistas de las canchas bien formados, con miras a llevar a algunos a Europa.
Hoy estamos dando fe de lo que los jóvenes –casi niños o con cara de niños– están haciendo en esta etapa de la liga MX. Tiene fuerza, resistencia, ambición y calidad técnica en cada palmo de terreno. Se ven incansables al poner todo su esfuerzo en partidos de una exigencia monumental y en fechas sin el debido descanso. Son lo que son por el cerebro de quien los dirige y por su disciplina a las indicaciones del señor Almada, quien ha sabido darle balance al cuadro albiazul con la experiencia de un Roldón y un marroquí tozudos y entregados a la causa.
Ver a esos chiquillos partirse el alma contra el América para dejar fuera de la final de la Concachampion a este conjunto de estrellas, es de aplaudirse. Y comprobar que merecen pelear por el título ante los “grandes” del futbol mexicano, como Pumas, también es de tomarse en cuenta. Y si no le ganaron en el último partido a los capitalinos, es por la dureza con que se juzgó de parte del VAR la anotación de los dos goles cuando expiraba el partido, y luego por no acertar uno de los tiros en la tanda de penalties. Pero que dejan una gran lección y ejemplo, no cabe duda.
Sólo quisiéramos que su edad no sea pasto de la fama y el dinero del que ya se han hecho merecedores. Ojalá reciban cursos y atención personalizada a fin de no caer en los errores que su inmadurez puede hacerles ver como algo normal. No. Las tentaciones que brinda el éxito y las sobadas de los medios a su favor, han de encauzarse por el buen camino y no derrumbarlos en modos de ser que den pena en la sociedad. Si ya valen tanto como futbolistas, les deseo que valgan mucho más como seres humano de bien. Así, los aplausos a estos canteranos del Pachuca se prolongarán al comportamiento de su vida diaria, y no a los análisis de personalidades enfermizas con que terminan sus días muchos “ídolos” del deporte en general. Así sea.