Luego de ver la susodicha serie “Sierra Madre”, pero, sobre todo, luego de leer los comentarios que publicaron en mi post quienes me leyeron; sentí nostalgia. No pude evitar recordar el San Pedro Garza García en el que viví y crecí; donde vivieron mis abuelos y mis padres… ¡Era muy diferente! Y no me refiero solamente a la Colonia del Valle, sino a todo lo que fue ese municipio años atrás, cuando los personajes de renombre no eran solo quienes tuvieran mucho dinero, sino también era Don Nico, y su hijo Mode (en sus inicios de trabajador incansable), de Eugenio el del carretón de jícamas y cocos con chile parado junto a la banqueta del parque de Mississippi, de las señoritas Riaño que personalmente atendían su mercería/papelería en el Centrito, de Don Toño y la Sub-agencia Del Bosque, Macario el dulcero; de Pumas y Avispones con sus legendarios coaches, de Rutilio, el tablajero de Azcúnaga y Don Raúl el gerente, de Lolita la enfermera que ponía inyecciones a domicilio, y como olvidar a Normita, la gerente del Banorte (entonces “Banco Regional del Norte”) que siempre iba con sus pelucas peinadas “en gajos”, Inolvidable la señora Paquita, que nos mandaba a todos de intercambio a Estados Unidos, y a la señora Andonie con su zapatería infantil, o la frutería Pepe del señor Marcos en la punta de la cuchilla de Colorado y Orinoco ¡La mejor fruta del planeta!….
El cafecito en la Benavides o la copa de nieve de vainilla con galletas de wafle y llevar a arreglar la bici ponchada con Gerson; Enrique el de la Peluquería #2 que arreglaba relojes y su hermano “El Pescado” que boleaba zapatos hasta que rechinaban y hacia mandados.…Y los muchachos que jugaban futbol todas las tardes en los camellones de la calzada, el estanquillo de Don Hilario cerquita de la rotonda…¡Y a estatua del David que seguido amanecía con shorts que le ponía la gente para taparle sus partes nobles! El patina dero Mano Amiga, la kermesse de Labastida, los bailecitos de cochera con servicio de canapés untados con cheese-whiz…¡Tantas cosas! ¡Tantos recuerdos!
Lo mejor de todo es que no era importante quien tuviera dinero y quién no. Todos íbamos a los mismos lugares, a los mismos bailes. Quien fuera socio del Casino o del Campestre invitaba sin remilgos a quien no lo era…no se les ponía “precio” a los amigos. No usábamos ropa de marca y si alguien usaba ropa fina, no andaba con las marcas por fuera. Nuestros tenis más finos eran Converse All-Star y cuando los jeans nos quedaban rabones, los cortábamos y los convertíamos en bermudas o shorts deshilachados. El famoso “Cho” González Quijano andaba por toda la colonia del Valle en patines y casi todos los demás en bicicleta o a pie. Carlos Bremer andaba casi siempre con su cachucha de beisbol con la visera hacia atrás y un bate al hombro, con el guante de beis colgado del bate caminando por la calle Marne luego de algún juego.
Era realmente indiferente quien viviera en una casa grande y elegante o quien en una casa más modesta y nadie gastaba fortunas en hacernos fiestas de cumpleaños con show…jugábamos a las sillas, y a los quemados, hacíamos concursos de carreras de costales…jugábamos lotería con frijolitos, bebe-leche pintado con gis en la calle…quien tenía cancha de tennis en su casa, nos invitaba a todos y hacíamos torneos y lo mismo hacían quienes tenían alberca…no presumíamos los éxitos de nuestros padres ni nos avergonzábamos de sus derrotas…nosotros los niños y niñas de San Pedro, los hijos e hijas, no éramos un “trofeo” que nuestros padres usaran para presumir de su estatus…éramos un tesoro familiar de carne y hueso aprendiendo a vivir….ricos o pobres, con no más de cinco pesos en la bolsa del pantalón. En casa de cada amigo había siempre un lugar en la mesa para quien quisiera quedarse a cenar.
Pero todo eso cambió…ni cuenta me di a qué horas cambiaron tanto las cosas…la convivencia se hizo competencia y se hizo conveniencia. Se acentuó la división por dinero, por estatus, los niños empezaron a vestirse con ropas de marca desde la cabeza a los pies cual si fueran comerciales ambulantes, empezaron los miedos y los guardaespaldas, las casas ya no eran de puertas abiertas, las amistades se volvieron selectivas y los lugares exclusivos…dejamos de asistir a los mismos colegios y a los mismos bailes…¿Qué cambió? ¡No lo sé!…Solo sé que antes todo mundo era más feliz, menos compulsivo, menos ansioso, menos depresivo, menos segregado…Recuerdo aquel show de Los Polívoces en los 70’s, donde que salía aquella pareja norteña: “Don Laureano y Doña Paz”…Ellos se habían sacado la lotería volviéndose inmensamente ricos y de la noche a la mañana su relación, otrora cálida simple y sencilla, se les había vuelto fría complicada (sin perder lo provinciano y lo ranchero)…Y Doña Paz, entre amargos sollozos solía preguntar: “¿Qué nos está pasando Laureano?”.