Me dio el ansia por la razón del porqué se oculta el periodo de la Intervención Norteamericana (25 abril 1846 –2 febrero 1848 en México). Les decía que los gringos no dicen la verdad, ni cuentan la verdadera historia en las escuelas a sus güercos.
¿Cómo van a justificar en el país de la libertad y democracia, que se quedaron con el 55 por ciento del territorio vecino? Eso no lo dice ni Obama.
Sabrán que en México también prefieren hablar de la Independencia de 1810 y luego de la Revolución en 1910. Esa vergüenza de haber perdido esas tierras, que eran de los nuevos dueños del territorio de la Nueva España, que le pusieron México.
Fue una guerra cruel, donde mataron a miles de mexicanos y también acá se echaron muchos gringos también. En cartas enviadas de los combatientes, se veían muy seguros de que tenían la lucha ganada.
“Algunas de las señoritas son bastante bonitas y todas las mujeres tienen un gracioso caminar; usan un reboso, como llaman a su pañoleta para cubrir su cabeza”, dijo el soldado Alexander P. Rodgers en 1846.
¡Claro que las mexicanas son bonitas! ¡Y fieles! Bueno en esa época. Así me enamoré de Rosa María en mi paso por Reynosa. Hasta tímida era. “¿Y usted canta?”, me dijo.
-No-, le contesté. “Entonces encanta”. Wow qué respuesta. Así hubo uno que otro gringo que a pesar de llevar fusiles, se llevaron una que otra norteña, para ser felices para siempre en los ranchos deTexas.
Dicen los que saben, que lucharon en la llamada Batalla de Monterrey, del 21 al 24 de septiembre de 1846, que al no estar preparados para la defensa, tuvieron que capitular bajo las órdenes del General Pedro Ampudia. El líder como que no se lució pero llegó a ser gobernador de Nuevo León, Tabasco y Yucatán, en periodos muy cortos.
Tenía la fama de haber luchado en Matamoros en 1838 cuando lucharon contra los federalistas, también fue comandante general de Tamaulipas y venció en Mier a un grupo de texanos que cruzaron el río Bravo.
Pero qué hacían los texanos si ya se creían independientes, el 15 de marzo de 1836, años antes cuando se firmó el Tratado de Velasco. Y pos tenían el ansia de anexarse a los Estados Unidos.
Fue en 1850 cuando llegó al Valle de Rio Grande John McAllen, venía de Escocia, como miles de extranjeros que llegaron acá en búsqueda del “sueño americano”, era empleado de John Young quien vivía en Edinburgh (que hoy es conocido como el Condado de Hidalgo).
Supe que John Young se casó con Salomé Ballí Domínguez en 1853, de quien su familia era la propietaria del Santa Anita Ranch, uno de los pueblos que tenía concesiones de tierras originales que venían desde los españoles.
Pero al morir John Young en 1862, el joven John McAllen se casó con la viuda Salomé Ballí y después fue adquirió el rancho y se pusieron a cultivar algodón, azúcar y a producir sal, que eran distribuidas por botes del río Grande.
Así empezaría el emporio de McAllen, ordenando crear el cementerio La Piedad, que está actualmente cerca del Aeropuerto Internacional de la ciudad. Construyeron un ferrocarril que llega hasta Brownsville, comprando más grandes terrenos, 8 mil acres, al grado de nombrar al pueblo McAllen Este y McAllen Oeste.
Con el tiempo pusieron un restaurante, una tienda, empezó el comercio, eso que ahora ven muy común, era el inicio del progreso en el comercio que los texanos empezaron a comerciar con mexicanos, eso cuando ya “se calmaron las aguas”.
Por lo pronto, los mexicanos que trabajaron en la labor, les ayudaron a sembrar su tierras y porqué no a hacer la masa de sus tortillas, con ese toque picosito, que sólo acá lo saben dar. Empezaría la comida tex-mex y no, todavía no inventaban las Whataburgers.