Rebeca Bernal representa a la perfección lo que es la liga femenil de futbol profesional en México. Aguerrida, resiliente, con carácter y aplomo a pesar de las adversidades. Así como Rebeca, el resto de las jugadoras de la ascendente liga se han tenido que enfrentar -y le van ganando- a un entorno machista que no ha terminado de entender que el futbol es de todos y todas.
Lo que hizo Rebeca en la final fue bravo, como lo ha sido el andar de la liga femenil, que a pesar de que la mayoría de los dueños de equipos no se han tomado en serio su responsabilidad con la equidad, el espectáculo avanza en calidad y en cantidad.
A pesar de que los calendarios siguen programando partidos de temporada entre semana, lo que dificulta la asistencia por el tráfico y el horario, que la televisión abierta apenas transmite algunos juegos y que los malos tratos a las jugadoras continúan, ellas siguen demostrando hasta el último partido que hay calidad, que hay valor y que hay entrega.
Es cierto que la balanza del poder se concentra en el Norte, pues Tigres con seis y Rayadas con tres campeonatos de 13 disputados en la breve historia de la liga habla, más que de una disparidad, de la responsabilidad social que las empresas regiomontanas le han puesto a equilibrar lo que muchos años estuvo más que disparejo, algo que solo América, Chivas y Pachuca también hacen y que las mantienen como el grupo de contendientes reales a la copa.
El crecimiento de la liga femenil se está reflejando de a poco en la selección mayor, que de su peor año en la historia cambió a resultados positivos, que aunque regionales, animan a pensar que la evolución va por buen camino.
El siguiente paso en el desarrollo de la liga femenil debería de ser la exportación y consolidación de jugadoras mexicanas a ligas europeas de nivel medio y superior. Un paso intermedio hacia esa meta es continuar con el tránsito de jóvenes hacia universidades de los Estados Unidos y la captación de talento mexicoamericano que alimente la liga y refuerce las selecciones tanto mayor como las juveniles.
Rayadas son las campeonas a base de fuerza, resiliencia y valor; justo los mismos tres atributos que les siguen faltando a la mayoría de los clubes que participan en la liga femenil.