Tigres provocó una lavandería en el fútbol de estufa de características épicas. Si de por si la temporada baja siempre trae consigo días de lavado en tallador, con sus rumores filtrados llevaron carne fresca al terreno del chismógrafo.
Luego de anunciar su nuevo romance con TV Azteca -algo me parece bastante positivo-, Tigres se fue de pretemporada, presentó a su nuevo estratega y listo.
Esperan ahora que el agua tome su cauce pero como decía mi abuelita: ¡qué necesidad de ponerse en el polémico ojo del huracán!
No renovaron a Siboldi y listo. Los resultados del equipo no fueron los óptimos en el semestre. Si hubo boicot, si el entrenador se peleó con alguno de los líderes del vestidor, si la gallina puso, lo que gusten y manden no dejan de ser chismes. Lo único real fueron los números y resultados del semestre.
Los chismes involucraron cuerpos técnicos de dos equipos, uno se desmarcó y políticamente les dijo que no lo embarraran en sus asuntos. Hasta una jugadora ¡hágame usted el favor!
Los chismes son peligrosos igual que la filtración de noticias, así que Tigres debería iniciar con controlar a los que filtran información del Club porque la creatividad de los que buscan likes en redes es mucha y provocan una avalancha que no le conviene a un equipo que con resultados debe aspirar a la grandeza de la empresa que lo soporta.
Tigres tiene que trabajar mucho en sus formas porque ahora serán los afectados de los chismes los que van a tomar acciones legales contra quien o quienes resulten responsables.
Claro que ahí no se verán afectados los Tigres pero sí podrán resultar raspados los que les hicieron virales los chismes.
Hay formas más eficientes de manejar situaciones que a ni complejas llegaron y no dar dulces que luego puedan dejar sabor amargo no sin antes hacer garras a quienes involucraron en su juego de dimes y diretes.
Alguien tiró la primera piedra y escondió las manos.