Verano de calor, lluvias y mucho fútbol. Desde hace tiempo que conforme se infla al juego, se aumentan la cantidad de partidos. Este verano tenemos la Eurocopa, la Copa América, la Leagues Cup y anótele cualquier otro torneo que se les ocurra a quienes ni por equivocación patearán un balón.
Los sospechosos comunes son candidatos en este y en el viejo continente, no hay hilo negro que descubrir, la calidad esta en los pies de los virtuosos actuales, los demás serán animadores de un torneo cuyo mayor valor es el dinero que le traerán a los apostadores, la emoción a sus aficionados, y el tiempo invertido detrás de una pantalla para un juego que le quitará descansos a sus protagonistas y mermará el rendimiento en los torneos locales para el siguiente semestre.
Cristiano y Messi están en sus últimos pasos, vale la pena disfrutar a 2 grandes de la historia de este deporte, tal vez no en plenitud, pero si con la calidad suficiente para marcar territorio ante los noveles talentos que quieren escribir su propia historia en el rectángulo verde.
Difícil prever el ganador, si podemos visualizar los que llegarán más lejos, pero la historia nos prueba que más allá de las estadísticas, siempre hay algún equipo que sorprenda con un corazón más grande que su talento.
La afición estaremos atenta, pero algo dispersa, entre tanta oferta, la vida cotidiana, y los infaltables momentos de chismes con sabor a medios de comunicación que nos harán revisar el celular cada hora para saber si al final alguien de San Nicolás dijo algo sobre su “ex” uruguayo.
En lo personal, más allá de la afición al deporte, creo es necesario despejar un poco el calendario de tanto partido, sobre todo los que no tienen mayor trascendencia como la Leagues Cup; mientras siga el dinero siendo la meta final, lo que pase en el estadio será de segundo plano y al final los aficionados continuaremos en un ciclo interminable de partidos que cada vez nos hacen buscar alternativas de diversión ante la necedad, al menos en México, de no competir contra lo mejor posible para ubicarse en la debida realidad futbolera.
En Monterrey a cerrar las ventanas, que se nos cae el cielo; pero en Europa y Estados Unidos, atentos al fútbol que tanto nos apasiona, nos saca de quicio, destruye hogares y vidas, pero al final nos mantiene en un estado permanente de placebo por logros ajenos que sentimos propios para darnos un sentido de pertenencia sobre lo que creemos, pero jamás tendremos control.
Mis gallos son Francia y Argentina, pero soy malo para apostar, así que no me crean mucho, solo diviértanse frente a la pantalla, la que nos vuelve locos por un balón.
¡Saludos desde el sillón!