Los recientes resultados electorales han sido desastrosos para el Partido Revolucionario Institucional. El partido hegemónico que gobernó por décadas todo el país, ha pasado a ser la tercera fuerza electoral de México y la cuarta en Nuevo León.
La esperanza de que la alianza opositora PAN, PRI y PRD derrotaran en las urnas a la alianza MORENA, PT y PVEM no fructificó, como se creía. Algunos priistas y panistas se quejan de que fue una elección de Estado, pero la diferencia abrumadora de votos que obtuvo la virtual presidenta electa, Claudia Sheinbaum, no deja lugar a dudas sobre la efectividad de la estrategia electoral de MORENA y del Presidente López Obrador.
Con el 11% de la votación total en la Cámara de Diputados y el 10.8 % en el Senado, el otrora “partidazo” gobierna sólo dos estados de la República, mientras que MORENA lo hace en 24 de las 32 entidades federativas.
Aunque desde el año 2000 muchos han predicho la “muerte” del PRI, que está próximo a cumplir un siglo de vida, y le han brindado las honras fúnebres, éste se resiste a partir.
Sin duda vendrán tiempos difíciles para los priistas, que año tras año pierden no solo militantes, sino también líderes populares, por lo que la próxima asamblea nacional debería ser aprovechada para que los priistas hagan una reflexión y un análisis serio, y se replanteen el quehacer político y electoral del partido. Es preferible hacerle una urgente cirugía mayor que practicarle la autopsia.
Para ello, requieren replantear desde la renovación de toda la dirigencia nacional hasta modificar la estrategia política, a fin de establecer un acercamiento más directo y efectivo con la gente, conectarse a las causas sociales de las y los mexicanos, encabezar las demandas ciudadanas, promover debates para marcar la agenda.
La iniciativa para reformar el Poder Judicial debe ser una prioridad, pero no se ha visto a la dirigencia nacional convocando a las universidades, colegios y barras de abogados, a los especialistas y a los propios jueces, magistrados y ministros, para que la sociedad se dé cuenta del peligro que hay detrás de elegir por voto popular a los impartidores de justicia; pero nadie se atreve a desafiar al régimen de MORENA, mucho menos al Presidente López Obrador, quien está empeñado en seguir el camino de Bolivia, donde los jueces se eligen en las urnas, lo que ha estropeado el sistema de impartición de justicia en aquel país.
En la gestión de Alejandro Moreno, el PRI ha perdido las elecciones en al menos 10 entidades. Si se reelige, será para enterrarlo. Por ello, la principal tarea del partido es buscar a las mujeres y hombres más preparados y capacitados para encabezar esta urgente renovación partidista, a partir de ideas frescas y estrategias políticas efectivas, reclutando a jóvenes que aporten sangre nueva y a políticos profesionales para, todos juntos, transitar con éxito los procesos electorales que están por venir.
Insisto, o los priistas le hacen al partido una cirugía mayor en esta asamblea nacional, o se resignan a practicarle la autopsia.