Proximidad es un mandato del periodismo universal. Se trata, entre otros, de uno de los más conocidos criterios de noticiabilidad, llamados también “Factores de valoración de la noticia” que guían el trabajo final de reporteros y editores. Porque proximidad significa cercanía, en su doble vertiente: física o geográfica y síquica o emocional. Quiere decir que hay que darle a las audiencias lo que más inmediato a sus gustos e intereses, para que el producto periodístico tenga aceptación. Los eventos que más les llegan a las masas son los que lo envuelven, porque surgen de su propio entorno, pero aunque muchas veces se hallen lejos, la cercanía emocional es la que cuenta.
Por eso el periodismo mexicano pone tanta atención en el ámbito deportivo a la pobreza de nuestra Liga MX de futbol, saturando espacios y tiempos en los medios con el más mínimo detalle. Porque es lo que las masas saborean o toleran. Es lo que les entusiasma o lo que les da material para la charla, polémica y la discusión. Y cuando los “Checo” Pérez u otros éxitos deportivos logran elevar el nivel de aceptación, las páginas de los diarios se abren a esas noticias, sin importar la lejanía en que ocurran.
Por eso imaginé yo el frenesí de los editores y redactores en los medios informativos de España, en plena madrugada del lunes, al darles el domingo 14 de julio la gloria del éxito a su Selección Nacional de futbol, pues se volvió la máxima ganadoras de Eurocopas con cuatro: 1964, 2008 y 2012, pero la del 24 resultó espectacular por el brillo de dos jugadores de origen africano a los que el entrenador Luis de la Fuente sacó buen jugo futbolero en las canchas de Alemania: Lamine Yamal, de 17 años, quien le puso el pase para el primer gol a Nico Williams, de 22 años, a fin de que rematara cruzado por abajo y anotara el 1-0 al minuto 47. Pero el chamaco ya había cautivado a los seguidores de “La Roja” con un golazo a Francia, llamada a ser la campeona. Meritorio fue también que España ganara a cuatro campeones del mundo: Italia, Alemania, Francia e Inglaterra.
Sin embargo, no fue lo único que apuró a los periodistas de España en el cierre de la edición en papel, pues el tenista Carlos Alcaraz, de apenas 21 años, sumó ese día el segundo título Roland Garrós en Wimbledon, el mismo año, al derrotar a la figura mítica de este deporte, el serbio Novak Djokovic. Imaginaba yo que las portadas no podían engrandecer al futbol solamente, minimizando el tenis, porque la proximidad mandata, con otros factores, que haya un equilibrio en el criterio a la hora de presentar el producto final. Y, además, no podían dejarse fuera en las páginas interiores lo más histórico de ambos eventos, por respeto al público. Así es que ya sabrán que el triunfo de la Selección Argentina, ya en el amanecer del lunes 15 de julio en España, se quedó para los sitios web.
Por nuestra parte, no pudimos prescindir de ese golpe mediático de los ibéricos ni de los chés, pero ¿qué hubiera ocurrido si ganan la corona en Wimbledon los mexicanos Santiago González y Giuliana Olmos? Otro hubiera sido el derrotero del criterio periodístico, pues es de sobra reconocido el alcance de es gesta al ser los primeros mexicanos en llegar a la final de dobles mixtos del torneo londinense. Solo que se enfrentaron a Su-Wey Hsieh y Jan Zielinski, una tailandesa y un polaco que ostentan muchos triunfos en esta competencia. Como quiera fue hermoso esuchar los gritos de México, México, México allá en Londres, y no el grito homofóbico que ya nos tiene hartos en las canchas de futbol, tan pequeñito en resultados deportivos, pero grande en escándalos y burlas de directivos, técnicos y algunos jugadores. Es lo más próximo a nosotros. ¡Qué le vamos a hacer!