Era una gira en el norteño estado de Sonora, esta contemplaba un acercamiento con sectores productivos y agrícolas tanto de Hermosillo como de los Valles del Yaqui y Mayo. Específicamente, durante la gira estaba programado un recorrido para conocer una planta de cosecha mecánica de nuez en el Campo Agrícola San Enrique, precisamente en la Costa de Hermosillo. Para acceder, es necesario recorrer una carretera y camino adentro a poco más de un kilómetro y medio se encontraba la fábrica en cuestión. Por lo alejado de la ubicación, la señal de telefonía se perdió, era imposible hacer o realizar llamadas, enviar mensajes o acceder a internet. Los elementos del EMP se apresuraron a crear un puente de comunicación entre la fábrica y la carretera, de esa manera se restablecieron las comunicaciones. No eran cuestiones banales, eran cuestiones de seguridad nacional, era necesario tener acceso a servicios de emergencia y seguridad, todo para cuidar de su principal, de mantenerlo fuera de peligro y por protocolo compartir su ubicación a sus superiores, el personaje no podía estar fuera de línea ni un segundo.
Al día siguiente llegaron dos hombres corpulentos de traje negro y corbata oscura, evidentemente iban armados, llegaron acompañados por los elementos del EMP adscritos a la seguridad del funcionario federal, se detuvieron frente al escritorio del joven que ostentaba el cargo de director general de giras de la dependencia federal y que en aquel tiempo se estilaba que esa persona realizaba funciones de secretario privado. Pusieron un maletín negro de uso rudo sobre la madera fina del escritorio y pidieron que se firmara de recibido, la cara de asombro del civil solo le dio para preguntar con seriedad: ¿qué voy a recibir y de quién?, eran elementos enviados por superiores del EMP, dejaban teléfonos satelitales y una instrucción: “este aparato te va a acompañar de ahora en adelante a todos lados, no se apaga y se contesta en cuanto suene, no se puede perder comunicación en ningún momento y por ningún motivo con el principal…”
Esa pequeña historia no me la contó nadie ni la encontré en las páginas de un libro, revista o en una página de internet, eso me pasó a mí, yo era el joven que vivió esa historia.
El reciente atentado en contra del presidente Trump y lo convulso de los tiempos políticos que se viven en México y América Latina, pone sobre la mesa una interrogante por más necesaria: ¿debe de regresar el Estado Mayor Presidencial para cuidar a Claudia Sheinbaum?
El EMP nunca se fue, inclusive opera, pero no de la misma forma en que lo hizo durante tantos años. El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció su disolución por tres razones, entre ellas dijo que no lo ocupaba porque el pueblo lo cuidaría y porque representaba mucho gasto. Los más de ocho mil elementos entre civiles y miembros de las fuerzas armadas, SEDENA y SEMAR regresarían a sus áreas de adscripción. La realidad es que -en mi opinión- esa decisión está basada más en una acción que trata de emular a Benito Juárez, ya que desde 1823 ese cuerpo de élite cuida a los presidentes y a sus familias, con excepción del Benemérito de las Américas, quien decidió no usarlo, sin embargo, sí mantuvo un pequeño grupo de militares que lo protegieron en su exilio durante la Guerra de Reforma, algo similar a lo que hizo AMLO.
Después de muchas horas de búsqueda en la red, de preguntarle a personas que saben de la historia política de México y de buscar en libros, me encontré solo con información de tres intentos de atentados en contra de presidentes de la historia moderna: 1.- una supuesta conspiración para matar a Díaz Ordaz, 2.- una supuesta amenaza en contra de Calderón y, 3.- un intento de asesinato en contra de Díaz Ordaz, en donde sí hubo un disparo pero el atacante se confundió y dio blanco en el vehículo del entonces secretario de la defensa nacional, Marcelino García Barragán, quien por cierto es abuelo del próximo secretario Omar García Harfuch.
Nunca se ha sabido nada más de algún incidente o intento de magnicidio, lo que me hace pensar que o lo ocultaban muy bien o realmente el EMP cumplía a cabalidad su función.
El Estado Mayor Presidencial era un cuerpo de élite que no obedecía a nadie, solo al presidente. En un mundo globalizado, con los retos de seguridad que se tienen, con la cercanía con los Estados Unidos de América, es necesario que quien realice esa función tenga un nombre como institución, no solo como identificación, también por transparencia y rendición de cuentas, para realizar labores con sus pares de otros países, es necesario que no sean una simple ayudantía. Yo los vi haciendo a un lado a secretarios de estado, presidentes municipales, senadores, diputados, gobernadores, empresarios y gente común en general, siempre los vi dedicados a cuidar al presidente, su misión es cuidar al comandante supremo de las fuerzas armadas, inclusive cuidarlo de sí mismo.
Creo que la presidenta Claudia Sheinbaum debe considerar el regreso del EMP. No por necedad, por necesidad.
Reenviado
El Jefe del EMP tenía bajo su mando a más de 8,000 efectivos militares, encuadrados en varias unidades y dependencias. Lo que constituye una cuarta fuerza armada por encima de la Secretaría de la Defensa Nacional, la Fuerza Aérea y la Secretaría de Marina. Se integraba por un Cuerpo de Guardias Presidenciales, por el 24º Batallón de Infantería de Marina de Guardias Presidenciales, y por el Grupo Aéreo de Transporte Presidencial y contaba con instalaciones en Palacio Nacional, Residencia Oficial de los Pinos; Edificio Molino del Rey; Predio Constituyentes; antes con el Hangar Presidencial, Centro Hospitalario, Campo Deportivo, y Campo Deportivo Militar Marte.
Todos bajo el mando directo del Presidente de la República, un ejército dentro del ejército.