Las expectativas son altas pero el dinero es mucho, al menos eso dice un día sí y el otro también, lo cual podemos aplicar a varios equipos en el orbe que cuando llega un nuevo dueño, construyen un estadio, centros de entrenamiento y demás facilidades se ganan el mote del nuevo rico que debería o está obligado a ganar todo, y cuando no gana el fracaso resuena cada instante en que una comunicación es emitida.
Manchester City generó una expectativa cuando llegaron los petrodólares, pero sus dueños no son famosos por tener dinero y generar nada, sino todo lo contrario, tienen dinero porque hacen que las cosas sucedan, así que habiendo ganado un campeonato histórico con el italiano Roberto Mancini decidieron que podían ir más allá, por lo que trajeron a un ex directivo del Barcelona y a su más ganador técnico, que ahora los tiene en lo alto de logros mundiales en el orbe.
Manchester United en contraste, generó una expectativa igual que su archirrival, pero sus nuevos dueños estadounidenses en lugar de enfocarse en el campo se enfocaron en los negocios, inversionistas, ventas y los resultados están a la vista, ni su dirección deportiva ni en campo ha logrado algo relevante teniendo que cargar la cruz de ser el niño rico que no sabe lograr campeonatos.
En México tenemos al América, que ya cotizando en bolsa se ha revalorizado y enfocado en logros en la cancha, sin presumir su estadio mítico por delante, el dueño de cuna de oro sabe lo que es ganar, y si no ganas te vas, sin contemplaciones, el dinero no ocupa guardarlo en el cochinito para presumirlo, sino lo gasta con criterio y convicción de ganar y los campeonatos están en las vitrinas, no en la mente de los aficionados remarcando el reciente bicampeonato.
Por otro lado, tenemos al Monterrey, que, teniendo los recursos, presumiéndolos, haciendo un estadio y centro de entrenamiento, administración profesional y logros económicos que se presumen directa o indirectamente pero que la gente no saborea porque a nadie le interesa saber que tu contabilidad es sana, sino ver trofeos en una vitrina muy grande para logros tan pequeños.
Rayados no es un Oxxo, tampoco es la palestra para que tu director deportivo presuma su buen vocabulario ni mucho menos un equipo que deba conformarse con tener el campo más caliente de México, y no por su pasión sino porque lo hicieron de puro metal.
Mientras Tigres va de escándalo en escándalo, gana campeonatos que hacen que la gente le valga un cacahuate como se lograron, o como trataron a su personal; en Rayados festejan que hacen las cosas bien pero no logran nada en el rectángulo verde, lo cual empieza con una buena gestión de lo deportivo, para tener con que festejar lo administrativo.
La fórmula es simple pero complicada de replicar, poner a los que le saben en las posiciones adecuadas, tanto en el escritorio como en el banquillo y primordialmente en el campo, algo que, si no logran entender rápido, generaran que la propia afición se aleje al saber que hay billete, pero no inteligencia, creando una frustración colectiva que se expresa en una señora que hace cartulinas para ser vista por todos en lo que ella piensa generará un cambio.
Si algún día le aciertan a quien contratan, se verá en campeonatos, porque dinero hay y de sobra, pero mientras los que han decidido sigan ahí, sin acertar en sus decisiones, gestionando bien el talento, pues…más de lo mismo.
Al final del torneo sabremos las consecuencias de las decisiones de esta semana, lo cual por ahora pinta para una anécdota más de como la emoción le ganó al pragmatismo y las vitrinas seguirán esperando el anhelado trofeo que indique que al menos por 6 meses supiste hacer las cosas.
La astucia no se da en los árboles, o le sabes o no le sabes, sin excusas para los de Guadalupe.
¡Saludos desde el sillón!