Mientras algunos técnicos nacionales, ex jugadores y hasta el técnico argentino César Luis Menotti han hablado de las raíces naturales del futbolista mexicano: la resistencia, la solidaridad y la picardía para jugar.
Y creen que sobre esa base y alrededor de esas cualidades debería construirse el estilo de juego y la organización del futbol mexicano.
Los dirigentes siguen siendo fieles a lo que durante décadas nos ha llevado de fracaso en fracaso, los intereses, la improvisación y la imitación de modelos que nada tienen que ver con nuestra identidad.
Pocas cosas nos acercan más a la certeza del triunfo que ser fieles a nuestras raíces, a nuestra cultura, a nuestros rasgos psicológicos, a nuestro biotipo.
Pero en lugar de profundizar en ello, partiendo de la observación que directores técnicos, jugadores y algunos dirigentes, nos han hecho para reflexionar.
Se prefieren tomar decisiones que cada vez bajan más la calidad de la Liga MX y de la Selección Mexicana.
Desde hace años que se les dijo que la abolición del descenso, que la proliferación de los extranjeros y alejarnos de la Copa Libertadores y de la Copa América, iba a cobrar factura.
Y hoy se ven esos resultados, pero en lugar de intentar enmendar, prefieren los directivos seguir tomando decisiones que amenazan con meternos en un abismo que no sabemos hacia dónde nos vaya a llevar.
Hasta que vean a la afición alejarse de los estadios y refugiarse en los sistemas de televisión de paga para ver el futbol de Premier League o de la Liga de España, entonces levantarán las antenas.
El último indicador que cómo está bajando el nivel ha sido la desastrosa actuación en la Leagues Cup, donde hemos visto cómo el futbol de Estados Unidos crece y el nuestro se estanca.
Y en lugar de ver las señales de alerta, hay quien dice que ya no deberíamos jugar esa competición, cuando, al contrario, debemos mantener ese parámetro y trabajar para poder competir en ese mercado.
Hay que hacer algo antes que hiramos gravemente a nuestro futbol mexicano.