Pues nada que ninguno de los dos equipos regios pudo ganar en esta jornada.
Pero tampoco perdieron, dirán los optimistas.
Pues no, y aunque los equipos están diseñados para ganar siempre, pueden existir circunstancias –comprensibles o no por los fans– para que aquello no suceda.
El equipo Tigres de la UANL con su estilo de perdonavidas que en las últimas dos décadas se carga, sale a pisar la cancha como diva, entrando en el salón de baile con cigarrillo en los labios, encopetada, entaconada, con sombrero con plumas y su vestido rojo entallado.
Y así anda todo el juego por el empastado.
Mucha crema, mucha pose. Con una actitud de “en cualquier momento que yo quiera, me meriendo al rival”. Y no.
El tirito penal de Gignac te habla de esa actitud que todo el equipo tiene. Que el francés puede darse ese lujo, pero los demás no son Gignac.
Si tú ves jugar a algunos, no son lo que eran antes. Vigón y Herrera eran diferentes y mejores, en Atlas.
Los uruguayos corren y van y vienen, pero fútbol, fútbol… poco.
El equipo de Chivas no tendrá mucho fútbol, pero tiene actitud. Tiene raza. Los defensores son bravos, te muerden, te pisan los tobillos y te hacen sentir su presencia.
Angulo y Carioca cuando quieren hacer eso, ya se les fueron…
Si alguien deseara ver lo mal que se paran y marcan, debemos darle su crédito también a los de enmedio, donde un lateral como Mozo puede salir desde la defensa, atravesar toda la cancha e ir entregar personalmente el balón al borde del área, sin que alguien lo incomode, ante un Alvarado que se quita a Angulo como a un gordito de la liga sabatina de veteranos, y p’adentro.
Alguien ahí no está haciendo bien su trabajo. O el DT lo hace, y ya los jugadores hacen luego lo que les viene en gana. Eso parece.
Y el Monterrey, que tenía para haber goleado a Xolos hubo de conformarse con un empate.
Rojas no estuvo precisamente certero frente al arco. Le ganó el ansia de querer anotar para justificar su llegada.
Vázquez, por fin regresó al marcador con un pase milimétrico de Jordi; Canales hizo dos penales: uno en el arco contrario y otro en su área. Y el tanto del empate tijuanense con una defensa toda amontonada, donde el chileno entró a pasearse al área con el ánimo de: “Que ni crea este ueón que yo le voy a resolver lo que no pueden sus titulares”.
Los laterales albiazules: fatales.
Al DT le entró el nervio y aunque al final dijo sentirse satisfecho porque casi meten cuatro goles, se vio que no le entiende mucho al asunto éste del fútbol.
Veremos en el siguiente partido. Ojalá, por la raza rayada, nos equivoquemos…
O ratificamos lo que ya creemos: que está igual o peor que su antecesor.