Por años muchas generaciones de periodistas egresados de la Facultad de Ciencias de la Comunicación de la UANL, o éramos “jaramillistas” o “esquivelistas”. Esa etiqueta tenía qué ver con los dos grandes maestros de la especialidad que ha tenido la institución: Silvino Jaramillo y José Luis Esquivel.
Esa sana rivalidad académica de ambos catedráticos dependía de sus horarios y los turnos de las clases de periodismo a partir del quinto semestre. Y me atrevo a escribir que hay pocos estudiantes que tuvieron la suerte de tenerlos a los dos como maestros.
En los años cuando fui su alumno (1983-1985), el maestro Jaramillo acomodaba sus clases en el turno vespertino-nocturno por sus obligaciones laborales en el periódico “El Porvenir” donde era columnista y reportero de su página “La Vuelta a la Manzana”.
En cambio Esquivel, que apenas rebasaba los 40 años, se empalmaba con Jaramillo pero prefería el turno de la mañana para regresar a la redacción de “El Norte” a recibir órdenes como encumbrado reportero de deportes.
Esos dos personajes llenaban nuestras expectativas como estudiantes a la generación 1981-1985: catedráticos y periodistas en el campo al mismo tiempo.
Otro mentor que combinaba las aulas con su trabajo en un periódico era Cirilo Loera en Tribuna de Monterrey, mientras Salvador Pérez Chávez había dejado el periodismo y, en esos años tenía el cargo de director de prensa del gobierno de Alfonso Martínez Domínguez.
Hacia atrás hubo profesores como Francisco Cerda, uno de los fundadores de la Facultad, y Alfredo Gracia Vicente, cuyos bustos, junto al de Jaramillo y próximamente el de Esquivel, tienen un lugar especial en la explanada principal del plantel.
En lo personal siempre he sido un ex alumno “jaramiliista”, pues con Esquivel apenas tuve una clase de Fotografía. Y fueron los del turno matutino de la misma generación los que tuvieron la suerte y ser “esquivelistas” hasta la fecha.
De mis compañeros “jaramillistas” están Elvira Ramos, Miguel Angel Vargas, Blanca Esthela Martínez, Teresa Vázquez y Miguel Angel González Arritola, entre varios más, que recibimos enseñanzas durante dos años con el profesor.
Mientras del bando “esquivelistas” están Roldán Trujillo, Pety Hernández, Santiago González, Felipe Alvizo, Mauricio Belloc, Hedit Ruiz, Héctor Bencomo y Jacqueline Lerma, entre otros, que ejercen el periodismo o la comunicación institucional.
Pasaron pocos años y en 1989 me tocó trabajar con el profesor José Luis Esquivel en El Diario de Monterrey en donde fui “su jefe” cuando incursionaba en los deportes haciendo fotografía, crónica o editoriales, combinando su cargo de jefe de información.
En Italia me visitó unas dos veces con su esposa Iris. Uno de los pasatiempos del maestro era cruzar el charco. Pero no crean que sus vacaciones eran de un regio pudiente -¡para nada-! Él mismo contaba que en el avión pedía doble ración de comida para guardar uno en su mochila.
Hay un viaje que nunca olvidaré y que empezó con solicitar una acreditación la Federación Italiana de Calcio para el juego amistoso Italia-México en Florencia, en el debut como técnico de Miguel Mejía Barón.
Y allá vamos en el tren Roma-Florencia a ver perder al Tricolor el 20 de enero de 1993. Esa anécdota de periodistas deportivos siempre la contaba, y me la recordó semanas antes de su adiós desayunando en su Tok’s favorito de Ruiz Cortines.
Un día José Luis Esquivel me visitó en una fonda de comida italiana (trattoria) que había abierto por el rumbo de La Purísima en Monterrey para preguntarme: “¿Quieres irte a Reynosa a fundar un periódico?”.
Era finales de 1997. Un alumno suyo en la UdeM, Heriberto Deándar Robinson, estaba buscando un periodista para ayudarlo a iniciar un periódico gratuito que iba a llamarse Hora Cero. La idea no me gustó del todo, sobre todo porque la plaza era Reynosa. Y la historia muchos la conocen.
En Hora Cero voy para los 26 años. Gracias profesor, siempre te estaré agradecido por la recomendación y la confianza hacia tu alumno. No te fallé y nunca te fallaré.
Nos vemos un día allá arriba los “jaramillistas” y los “esquivelistas”. Los dos grandes y amados profesores que nos estarán esperando.