El tomar más agua para tener unos riñones “más sanos y fuertes” como decía un comercial de un cereal allá por los noventas es algo que realizo de un tiempo a la fecha y en consecuencia, mis visitas al baño, W.C., retrete, tocador o como quieran llamarle son más seguidas.
Antes, en tiempos en los que los celulares no dominaban nuestras vidas, no quedaba de otra más que realizar constructivas lecturas, y así aprendíamos los componentes del shampoo, del gel para el cabello, nos sabíamos cuanto pesaba el paquete del papel de baño y qué hacer en caso de ingerir cloro, fabuloso o cualquier otro producto de limpieza.
¿Por qué? pues porque no nos quedaba más que chutarnos todo lo que decía en envases, botes, bolsas o empaque de lo que estuviera en el baño durante nuestra estancia, por eso de hacerla más entretenida.
Esto claro, en la comodidad de nuestro hogar, y hay quienes de plano, sino pueden acudir al suyo, no van a ninguno, porque para ellos, ir a un baño público, o cualquier otro que no sea el de su casa está descartadísimo.
La cosa es que a veces, no importa en qué baño se esté, nos convertimos en testigos involuntarios de diversas situaciones, y a veces recopilamos información ya sea, de forma visual, auditiva o de ambas, solo por azares del destino.
Y ahí estaba yo, no voy a decir haciendo que, cuando me tocó escuchar lo que claramente era una conversación, pero solo percibía una voz, no oía réplica de nadie más.
Aún así entendía que había varias personas en el sitio que se ubicaba “en algún lugar de la Mancha”, un grupo pequeño, sin que supiera de cuántas personas era.
Cuando salí de la privacidad del espacio pude comprobarlo, pero eso fue lo de menos, encontré el rostro del emisor de aquellas declaraciones que me dejaron con la boca abierta, y aunque no pude ver mi cara estoy segura de que salí con expresión de asombro de ahí.
“¡Diablos señorita!”, pensé mientras la escuchaba decir, entre palabrota y palabrota, adjetivos calificativos ofensivos, clasistas y muy misóginos.
Todas la escuchaban atenta y entonces… ¡colorín, colorado, este relato ha acabado! por ahora.
Espere el resto en la siguiente columna, al cabo, material ¡tenemos!